Al artista le gustan "todas las cosas que ve, por su carácter en sí (la más diminuta brizna de hierba en la más humilde flor), más que en conjunto..."
Y, por otro lado, vemos una negra y enorme araña con extraños ojos y boca humanos: una araña
nunca fue más inquietante e in-humana.¿Qué vemos después?
Demonios y ángeles flotantes, sátiros y locos, astros y lunas inquietantes; máscaras que tocan campanas y cabezas extrañas, y, al fin, espíritus perversos sobre las aguas...
Pegasos encabritados, Ofelias y Parsifales,
Ojos de adormidera que todo lo ven y miradas hacia el interior, inquietantes...
EL OJO QUE TODO LO VE, el globo ocular flotante vuela, a través de toda una serie de variaciones y desplazamientos, y observa el mundo natural, el mundo de ensueño, el mitológico, el de pesadilla. Cerrado hacia fuera, pero abierto hacia adentro, el ojo se convierte así en el órgano de la mirada interior. Y este ojo ve hacia dentro, no hacia fuera. Este artista nos desvela así los enigmas del mundo interior y se convierte de este modo en una auténtica esfinge artística de los tiempos modernos.
La importancia que la visión interior tiene en la obra de Odilon Redon anticipa en buena medida tanto la sensibilidad como no pocos motivos y cuestiones que desarrollarían después el surrealismo y el existencialismo.
Odilon REDON escribe:
"EL ARTISTA VIENE A LA VIDA PARA UNA REALIZACIÓN QUE RESULTA MISTERIOSA. ES UN ACCIDENTE. NADA LO ESPERA EN EL MUNDO SOCIAL (...) JOVEN O VIEJO, TAN PRONTO COMO PRODUZCA LA FLOR RARA DE LA ORIGINALIDAD -QUE ES Y DEBE SER UNA FLOR ÚNICA- , EL PERFUME DE ESTA FLOR DESCONOCIDA PERTURBARÁ LAS MENTES, Y TODO EL MUNDO SE APARTARÁ DE ÉL."
Y el olor de esa FLOR ÚNICA Y DESCONOCIDA de Odilon REDON nos ha perturbado artísticamente y ha dejado impregnada por un tiempo las salas de la Fundación MAPFRE.
