"Nocturno amoroso bajo la luna". (Dibujo de Carlos d'Ors. rotulador y acuarela).
Nocturno (frustrado) , de Miguel d'Ors
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Maldito Baudelaire, malditos Goethe y Borges, que ahora que contemplo la luna no me dejan ver la luna.9-I-81 |
miércoles, 27 de febrero de 2013
NOCTURNO (Frustrado) (poema de Miguel d'Ors), 1981.
sábado, 23 de febrero de 2013
FATUM (a Antonio MACHADO, después de visitar la pensión donde vivió 19 años en Segovia).
Fatum
(dedicado a Antonio Machado)
Ese niño que llega, cartera remolona,
botines desatados, al colegio de Sánchez
no sabe que sus pasos felices por Sevilla
-luz, patios, calles, cales- le acercan a Collioure.
París, rue Vaugirard. Ese muchacho
gris y desmadejado que avanza hacia el otoño
verleniano del hondo Jardín de Luxemburgo
no sabe que camina hacia Collioure.
Por la alameda de oro -Soria pura-,
lentos enamorados demorándose,
mirándose en el Duero -Soria pura-. La novia,
con manos inocentes,
sacude la ceniza -tiza acaso-
del hombro del poeta, que no sabe
que tan dulces senderos le llevan a Collioure.
El señor que, enlutado como un cirio,
con su bastón y pasos soñolientos
-domingo provincial- sube a los olivares
de Baeza no sabe que sube hacia Collioure.
El viejo arrebujado en sus recuerdos
que mira cómo pasan,
vertiginosos, los naranjos por la ventana
del coche, y los aspira -Levante azul-, no sabe
que por aquella ruta de flores y palomas
y muchachas se está acercando a Collioure.
Un súbito frenazo, la puerta abierta, el frío
látigo de la lluvia. Sale a la noche y anda
entre voces anónimas, oscuras,
y olor a bajamar. La lluvia. Unas preguntas
francesas, tan extrañas como un sueño, la lluvia,
los papeles, la lluvia, los gendarmes mojados
alzando la cadena fronteriza.
Igual que un sueño todo.
Francia, ya clareando, y aquel cartel: «COLLIOURE»,
nombre jamás oído. No sabe que allí estaba,
desde siempre, esperándole su muerte.
Ese niño que llega, cartera remolona,
botines desatados, al colegio de Sánchez
no sabe que sus pasos felices por Sevilla
-luz, patios, calles, cales- le acercan a Collioure.
París, rue Vaugirard. Ese muchacho
gris y desmadejado que avanza hacia el otoño
verleniano del hondo Jardín de Luxemburgo
no sabe que camina hacia Collioure.
Por la alameda de oro -Soria pura-,
lentos enamorados demorándose,
mirándose en el Duero -Soria pura-. La novia,
con manos inocentes,
sacude la ceniza -tiza acaso-
del hombro del poeta, que no sabe
que tan dulces senderos le llevan a Collioure.
El señor que, enlutado como un cirio,
con su bastón y pasos soñolientos
-domingo provincial- sube a los olivares
de Baeza no sabe que sube hacia Collioure.
El viejo arrebujado en sus recuerdos
que mira cómo pasan,
vertiginosos, los naranjos por la ventana
del coche, y los aspira -Levante azul-, no sabe
que por aquella ruta de flores y palomas
y muchachas se está acercando a Collioure.
Un súbito frenazo, la puerta abierta, el frío
látigo de la lluvia. Sale a la noche y anda
entre voces anónimas, oscuras,
y olor a bajamar. La lluvia. Unas preguntas
francesas, tan extrañas como un sueño, la lluvia,
los papeles, la lluvia, los gendarmes mojados
alzando la cadena fronteriza.
Igual que un sueño todo.
Francia, ya clareando, y aquel cartel: «COLLIOURE»,
nombre jamás oído. No sabe que allí estaba,
desde siempre, esperándole su muerte.
En "Codex 3", de Miguel d’Ors
viernes, 22 de febrero de 2013
miércoles, 20 de febrero de 2013
¿PERO QUIÉN ES VIRXILIO VIEITEZ? (A mi hermano Mauricio d'Ors, gran aficionado a la fotografía y gran fotógrafo)
De auténtica revelación para mí ha constituido la extraordinaria exposición retrospectiva en la FUNDACIÓN TELEFÓNICA de Madrid (gran labor en el capítulo de exposiciones de fotografía de este Centro) del gran fotógrafo gallego Virxilio VIETEZ cuya muestra, coproducida por Fundación Telefónica y el MARCO de Vigo, está formada por más de 250 fotografías, la mayoría en B/N aunque hay una sala de fotografías en color también , fruto de la investigación por parte de la comisaria de la exposición, Enrica Viganó con un gran y espectacular montaje. Forzado por la ausencia de su padre, que emigró a Francia en busca de trabajo,
Virxilio Vieitez (1930-2008)comenzó muy joven a tomar fotografías para
sustituir su trabajo en un teleférico por algo más respetable. El hecho de
vestir corbata y que la gente le obedeciera cuando dirigía una toma fotográfica le marcó
sobremanera, hallando en la fotografía el reconocimiento social que no le daba
su trabajo con maquinaria.
Para esta antológica, que se ha abierto al público desde el pasado 7 de febrero en el extraordinario Espacio Fundación Telefónica, se han revisado más de 50.000 negativos fechados entre 1953 y 1980, pertenecientes al archivo personal del fotógrafo, que conserva su hija, Keta Vieitez.
En esta espléndida selección de fotografías (destacaría muy especialmente las fotografías de niños, en blanco y negro) se evidencia la particular y segura mirada de Vieitez, un fotógrafo con una habilidad única para hacer rotundas, solemnes e intensas las imágenes cotidianas, carentes de todo artificio. Si bien la mayoría de su trabajo se caracteriza por ser fotografías "colocadas" y "preparadas", y, por tanto, con posturas hieráticas de los retratados, frontales en el posado py mirando a la cámara (nunca disparaba sin estar seguro de lo que hacía, por la cuenta que le traía) -los ojos miran directamente al objetivo-, el espectador descubre escenas más cercanas y a veces hasta cómicas, dinámicas instantáneas de momentos distendidos. Fotos de DNI, retratos de niños vestidos de domingo luciendo juguetes, ancianos y ancianas cuyas caras reflejan el paso de una vida dura, bodas, reuniones familiares (alegres y tristes), campesinos, obreros, algún entierro,… todo un registro de la vida cotidiana en los pueblos de la comarca Terra de Montes.
Nunca un fotógrafo menos pretendidamente "artístico" y más "local" ha devenido más trascendente y universal. GENIAL VIRXILIO VIEITEZ.
jueves, 14 de febrero de 2013
L' AMOUR SANS FIN.
L'AMOUR SANS FIN
Non, ce n’est pas l’Amour que je cherche en Toi
Parce que Tu es déjà Amour.
Rien ne vit à l’extérieur ni en dehors de moi
Si ce n’est Ton Amour qui hante toute l’immensité.
Si seulement pouvait durer et perdurer cet instant
Baigné de Ton étincelle, de Ta lumière.
Et cette douce et troublante musique
Qui m’envahit, me torture et m’inonde de cet Amour sans fin.
martes, 12 de febrero de 2013
LOS POETAS DE MI VIDA I
LOS
POETAS DE MI VIDA I:
Miguel d’ORS, Andrés ABERÁSTURI, Jaime FERRÁN, Carmen María MARTÍNEZ BLANCO, Juan José CUADROS, Carmen DÍAZ MARGARIT, Javier PÉREZ -CASTILLA, Javier HERRERA, José CEREIJO, Paco SEVILLA, René LETONA, Norberto Luis ROMERO, Agustín PORRAS, Herme G. DONIS, Rodolfo ARANGUREN, Begoña REGUEIRO, María SANGÜESA, María Antonia ORTEGA e Isabel ALAMAR.
Desde niño me han impresionado
mucho las personas con alma poética; en el fondo, las personas-poetas que se
expresan verbalmente de un modo ingenuamente creativo. En general, he visto y he
conocido más hombres de alma poética que mujeres, aunque son más las mujeres
las que escriben poesía.
A lo largo de mi vida, hablaré de
los poetas que- independientemente de su calidad poética (que en algunos casos
es muy alta y son grandes poetas)- son personas cuya naturaleza e instinto es
poético. Y éstas son las personas que más me han influido en mi gusto y
dedicación por la poesía. He conocido muchos más de un modo eventual o
pasajeramente que no nombraré en estas líneas.
En primer lugar cronológicamente
citaré a mi primo Miguel d’Ors
(cuatro años mayor que yo y que además es un grandísimo poeta). Recuerdo que de
niños (años 1959-1961) en Galicia, en la
playa de Sanxenxo o en alguna estancia en la aldea de Carballedo, recitaba con
fácil rima y pasmosa facilidad y desbordante ironía versos suyos mientras
corría por la playa o se encaramaba a un pino altísimo que había en la casa de
sus padres con establo y vacas y un granero en donde se escondía y
encerraba a la hora de comer para
recitar sus versos. Eran versos en donde contaba los avatares diarios o se reía
con mucha gracia de los rezos en latín al que nos obligaba su padre, mi tío
Álvaro d’Ors.
En segundo lugar cronológicamente
hablando (1962-1966) citaré al gran periodista y poeta Andrés Aberásturi (tres años mayor que yo). Como era de la misma
edad que ellos, era fundamentalmente amigo de mis hermanos mayores Mauricio y
Esperanza durante la adolescencia y primera juventud de mis hermanos y suya. Y
estuvo algo colado por mi hermana Esperanza. Era también una persona con una
facilidad para el verso y la rima asombrosas.
Y cuando le gustaba una chica, le piropeaba con verdaderos madrigales llenos de
inspiración. Y yo le escuché más de uno dedicado a mi hermana. Poseía un
sentido muy notable de la inspiración poético-verbal y era muy irónico y agudo.
Y se sabía muchos poemas de memoria, sobre todo de los poetas más izquierdistas
de aquella época.
En tercer lugar citaré a un grandísimo poeta, Jaime Ferrán, poeta catalán, grande de cuerpo y alma, gran admirador de mi abuelo Eugenio d'Ors, y que conocí por los años 70 cuando yo llevaba con mi padre la publicación de las obras de mi abuelo, y que tuve la suerte
de poder ilustrar para la Ed. Miñón de Valladolid su precioso libro Tarde de circo y que escribió para mí uno de sus grandiosos poemas "Retrato de un Autorretrato", inspirándose en mi Autorretrato de 1975 que expuse en mi exposición antológica en la Galería Kreisler de Madrid. Me hice gran admirador y amigo suyo los años en que residió en Madrid.
En cuarto lugar, citaré a una frágil y dulcísima poetisa que yo conocí en unas tertulias literarias (pero sobre todo poéticas) que organizaba yo en la calle Quintana, 23 de Madrid, donde tenía mi padre la consulta por los años 1976 a 1982 y que convertimos en una especie de noucentista Museo Eugenio d’Ors. Se trata de la tristemente fallecida Carmen María Martínez Blanco, muchacha de alrededor de treinta años por aquel entonces que tal vez por su enfermedad del corazón poseía una refinadísima sensibilidad y un gran y delicadísimo espíritu romántico y a la que amé mucho y ella también me amó tal vez aún con mayor afán y profundidad.
En cuarto lugar, citaré a una frágil y dulcísima poetisa que yo conocí en unas tertulias literarias (pero sobre todo poéticas) que organizaba yo en la calle Quintana, 23 de Madrid, donde tenía mi padre la consulta por los años 1976 a 1982 y que convertimos en una especie de noucentista Museo Eugenio d’Ors. Se trata de la tristemente fallecida Carmen María Martínez Blanco, muchacha de alrededor de treinta años por aquel entonces que tal vez por su enfermedad del corazón poseía una refinadísima sensibilidad y un gran y delicadísimo espíritu romántico y a la que amé mucho y ella también me amó tal vez aún con mayor afán y profundidad.
A estas primeras tertulias
acudían, entre otros, Arturo Ruiz -Bravo
Villasante, Acacia Uceta, Santi Tena, y Jon de la Riva.
Por los años finales de la década
de los 70 (1978-1979) conocí en uno de mis viajes por Centroeuropa al gran
poeta palentino de adopción y madrileño de residencia Juan José Cuadros y a su familia, su esposa Maruja y su hija
Almudena con los que hice rápida amistad y de cuya hija Almudena, excelente
persona de gran sensibilidad me hice
íntimo amigo para siempre desde entonces. Y recuerdo que nos hicimos tan amigos
que seguíamos viajando juntos durante varios veranos seguidos y me invitaba a
unas opíparas meriendas-cenas a su casa de la Avenida de América en la que me
encontré algunas veces con Caballero
Bonald, Ramón de Garciasol o Javier Villán, entre otros. Juan José Cuadros recuerdo que escribía
versos únicamente en los viajes cuando visitaba Brujas, Colonia, el lago Leman
o Praga, o las tierras de Castilla. Era un curioso poeta, mezcla entre juglar
medieval y extraño poeta metafísico.
Posteriormente entre los años
1989 a 1992 conocí en mis tertulias de la calle Quintana, presididas por el
gran cuadro noucentista La Filosofía introducida como X Musa en el
Parnaso de Joaquín TORRES GARCÍA (ahora en el Museo Reina Sofía de Madrid)
a Carmen Díaz Margarit, una extraña
y singular personalidad poética, cuyas gacelas de su poemario Gacelas de la selva alucinada
quedaron impresionadas en mi sensibilidad. Con sus elegantes sombreros,
irradiaba alma poética por todos los recovecos de su cuerpo aunque un alma
enfurecida y enrabietada contra la cruel muerte de un hermano que se fue
siendo adolescentes ambos. Allí acudían
entre otros poetas Javier Pérez Castilla
con su proverbial labia y erudición , su gabardina y su calva ya jovencito, y,
posteriormente, el genial José Cereijo,
poeta profundo y cultísimo de una gran inteligencia y al que más admiro
actualmente y que más ha influido en la evolución de mi poesía en los últimos
años o Anabel Ballesteros, entre otros. Y Almudena Cuadros, hija del gran vate palentino Juan José Cuadros, y el ilustrador y periodista Alfredo Boto que leía unos relatos
plenos de ingenuo encanto muy bellamente ilustrados por él mismo. Y cuando
trabajé de conservador en el Museo Reina Sofía, pude conocer y hacer gran amistad con Javier Herrera, director de la
Biblioteca del Museo, bibliotecario,
archivero, crítico de cine y poeta.
Después y ya por los años
1999-2002 conocí a uno de los más singulares y bohemios poetas que pululaban y
siguen pululando por los bares madrileños: Paco
Sevilla. Fumador y bebedor empedernido, pero hombre muy afectuoso, era y
sigue siendo capaz de improvisar versos con asombrosa facilidad. Fundamos Paco Sevilla junto con José
Cereijo, el gran poeta y amigo, Norberto
Luis Romero y yo las veladas poéticas de EL BOSQUE ANIMADO, un mesón de
paredes blancas y arcos de medio punto, con distintas estancias, en la calle San Marcos casi esquina con
Pelayo. Recuerdo que algunas veces paseando por
esa zona de las calles Hortaleza, Fuencarral, Infantas y Reina y
prolongando nuestras veladas al salir de nuestro BOSQUE –ya bastante curtidos
de cerveza Mahou- elegíamos al azar 3 o
4 palabras para que Paco Sevilla improvisara magníficos versos. A veces yo
intentaba rivalizar con él, incluso Norberto también lo hacía, pero el
despliegue versificador de Paco era tan brutal que era imposible de superar.
Posteriormente conocí a un
curioso y extraño poeta guatemalteco, algo metafísico y esotérico, René Letona, fundador de la revista
poética “Hartz”, y junto a Paco Sevilla, nos animamos los tres a
fundar en el barrio de Lavapiés otra tertulia poética en el local ARTÉPOLIS, Galerías del Viejo Madrid, en la calle
del Olivar, número 13, puesto que había quebrado lamentablemente EL BOSQUE
ANIMADO. Era el año 2004. Allí hicimos varios recitales memorables: recuerdo
singularmente dos: el titulado Once Poetas, Once Amigos en el que
seleccioné los poemas que más me gustaban de Rodolfo Aranguren, el poeta peruano que canta a su tierra con
añoranza, Alfedo Boto, José Cereijo,
Herme G. Donis, René Letona, Javier Pérez Castilla, María José Pérez Grange,
Ernesto Saavedra, Paco Sevilla, Raquel Virseda y yo mismo. O el de MÁSCARA Y CARNAVAL, en febrero de 2005.
Por esas fechas, había conocido al becqueriano poeta de Antequera, Agustín Porras, gran promotor de poesía
y literatura, y fundador nada menos que de las revistas Acera, La Corná, Poesía, por ejemplo, La primera piedra
y El invisible anillo), y director de
la tertulia de El Alambique.
Me invitó a escribir algunas colaboraciones en su estupenda revista La primera piedra de gratísimo e
inolvidable recuerdo. Allí conocí a la
vallisoletana de nacimiento pero
asturiana de adopción, Herme G. Donis,
una de las más grandes poetas actuales en mi sentir, excelsa poeta de peregrinas
andanzas, añoranzas, viajes y ciudades y
a la que ilustré algunos poemas suyos. Y también al gran poeta aragonés Ángel Guinda.
Años después tuve el placer de
hacer amistad con Begoña Regueiro ,
una emprendedora, fuerte y entusiasta personalidad, y también a su inseparable amiga
y gran protectora de animales, Carmen
Herrero, fundadoras ambas de la revista OTRAS PALABRAS, estupenda revista
de poesía a cuyas presentaciones de los primeros números asistí y en la que he
colaborado alguna vez con poemas míos e ilustraciones.
Finalmente ya en estos últimos
años he conocido primero a través de Internet y del Facebook a María Sangüesa, bellísima y delicada
sirena de Alhucemas a cuya tertulia de EL LEÓN DE ORO he asistido el año 2012. Allí
he podido conocer a Ángeles Fernángómez,
Luisa García Ochoa y Julia Gallo, entre otras. Y a la dulce y
bella poeta colombiana Marjori Vivas,
en la presentación de la antología “ENÉSIMA HOJA” y cuyos versos y belleza me
impresionaron. Y al metafísico Blas
Muñoz Pizarro. Días pasados he podido al fin conocer en la tertulia poética recién fundada por Justo Navarrro y por mí LA CUEVA DEL LEÓN, con motivo de la Tertulia sobre CARNAVAL, CIRCO y COMEDIA DEL ARTE a la extraña, solitaria y fascinante María Antonia ORTEGA, cuyos instintivos y profundos versos nos fascinaron a todos los presentes y que en su último recital leyó su inmortal poema "Europa". Finalmente he quedado atrapado por los brevísimos poemas
diarios que cuelga en su Facebook y
con los que me desayuno todos los días la gran poeta y lingüista valenciana Isabel Alamar a la que sólo conozco
virtualmente.
febrero de 2013.
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