GIACOMETTI es un escultor muy inclasificable. Desde luego es un gran artista en búsqueda obsesiva de lo que hay después de la muerte. En un video de la instalación de su interesante exposición actual en la Fundación MAPFRE de Madrid -(recuerdo una impresionante y espectacular en el Museo Reina Sofía de Madrid, comisariada por Kosme de Barañano, en los primeros años 90, en la época en que yo era Conservador de Dibujo de este museo)- se decía que había pasado un año observando una calavera. Desde luego, sus figuras (pequeñas, grandes o minúsculas, del tamaño de un fósforo) dan la impresión de alargados filamentos descompuestos o calcinados. Son figuras que no nos miran sino que vienen desde el más allá y desde el más allá nos ven. No se relacionan entre sí, ni se abrazan, ni se tocan, ni se dan la mano, sólo se yerguen, solitarias, como fetiches, momias o espectros macabros o zombies descompuestos. o calcinados Interesante propuesta de un gran artista, aunque, tal vez, "al ser una escultura para después de la vida", nos produzca una emoción de "postmortem" (especie de zombies arrugados y calcinados que se levantaran de sus tumbas, y, una vez en pie, permanecieran quietos o se echaran a andar.
Quizá su obra maestra, la que más nos queda e impresiona, sea ese Hombre caminando , ante el cual mi hijo Yago Vasil comentó con guasa:
"¿Pero dónde cree que va este hombre?"