MARÍA ANTONIA ORTEGA
Una frágil y muy sensible pero valerosa mujer, con su lacio pelo rubio ceniciento que le cae embrujado sobre sus estrechos hombros virginales y unos ojos que miran curiosos e inquietos aunque todavía no heridos por la demasiada luz y cuya personal y delgada figura triunfa sobre la soledad y el silencio, con
una poesía que transmite desnuda la nostalgia, la ataraxía y la trascendencia de los grandes versificadores de nuestro tiempo.
EUROPA
Oh Europa, púber,
bosquecillo,
vello de árboles en flor,
¿tendrás paciencia
hasta que maduren los frutos del nuevo conocimiento?
Como las velas de una regata en un horizonte todavía cercano
se extienden aquellos siglos azules,
como las aristas de los montes cuando se funde la nieve
y el agua baja en cascadas.
El viento nos empuja como siempre;
y al soplar suavemente
como el pasado,
la llama tiembla
pero no se apaga.
Aprende a silbar otra vez
suavemente
paseando por las calles
con las manos en los bolsillos.
A tu saber
todavía le falta sabor;
y a tus universidades
más cúpulas,
bóvedas,
arbotantes,
más locura, más pasión,
miradores
para dominar desde allí
un amplio horizonte onírico
y bebedores para palomas.
Te falta emoción,
entusiasmo,
alguna emoción pura.
La piedra de tus estatuas
y catedrales
está ahora más conmovida que tú.
(de "El Pincel Fino" A Dreamng Woman
Los conjurados/ 7 . Ed. Polibea, 2010, pp. 41 y 42)