Estamos ante una joya del cine puro, de compleja intriga y perfecto ingenio, magistral propuesta neohitchcokiana, coctail perfecto de locura, engaño, fingimiento y real irrealidad con una mezcla de thriller y comedia negra que mantiene en su butaca al espectador durante su proyección.
Warwick Wilson vive en un barrio acomodado de Los Ángeles. Siempre ha presumido de ser un perfecto anfitrión, por lo que no es extraño ver en su casa a diferentes personalidades. Esta noche tiene un invitado con el que no contaba: John Taylor, un peligroso criminal que acaba de atracar un banco y que, para escapar de la policía, se hace pasar por un amigo de Julia, una amiga especial de Warwick.
Una vez dentro, Taylor intentará por todos los medios que Warwick no se entere de su condición de delincuente, pero a medida que las copas de vino se van llenando y que transcurre la velada, Taylor descubrirá que las apariencias engañan, y Warwick le envolverá en situaciones de lo más insólitas, saliendo a relucir la verdadera naturaleza de anfitrión e invitado.
"El perfecto anfitrión" es un oscuro y magistral thriller, complejo y perfectamente excéntrico, que manifiesta diversos aspectos de la naturaleza humana según la condición que se posea o la situación en la que uno se halle. Escrita y dirigida por el australiano Nick Tomnay, la película surge de un cortometraje llamado "The Host" que ya había creado con anterioridad el propio cineasta. Intriga, engaño, locura, fingimiento, giros ajedrecísticos, toques de humor negro y de real irrealidad para llevar a la gran pantalla una compleja historia de cine puro, con reminiscencias de Hitchcock, Mankiewicz y Losey y con moraleja de las bajezas humanas, mostrando un guión perfecto y calculado en el que no falta ni sobra nada y con extraordinarias interpretaciones de ambos protagonistas, David Hyde Pierce y Claine Crawford y de todos los secundarios. Obra maestra.