domingo, 30 de octubre de 2011

RITA GLYNDAWOOD.¿Pero quién demonios es Rita Glyndawood?





Rita Gyndawood es una diseñadora especial que hace sentirse única a las mujeres a las que viste a través de sus diseños: tanto es así, que el vestido que hace para cualquier mujer recibe su propio nombre. ¿Qué puede haber más exclusivo que eso? Incluso hace trajes de novia. Se convierte en tu amiga, te aconseja de forma sincera, busca los colores que mejor te sientan y todo ello con materiales de primera calidad y tejidos naturales: seda, tul, aplicaciones de bordados y pedrería, todos ellos están "llenos de belleza, suavidad, encanto y elegancia" y “glamour”, mucho “glamour”. Todo hecho a mano, como auténtica artesanía, o mejor aún, como alta costura.
Rita vive desde hace tiempo en Madrid, danzando entre telas y colores, siguiendo su sueño de artista y creadora de moda.

Su facebook es fascinante. Si lo visitas, encontrarás imágenes de sus vestidos, ideas de collages o fotos que inspiran su día a día. Merece la pena porque todos los días actualiza con vídeos o imágenes relacionadas con todo su universo: canciones, películas, adelantos de nuevos trajes... Un universo delirantemente atractivo. Una genial RITA GLYNDAWOOD que se renueva cada día.

jueves, 27 de octubre de 2011

JOSÉ LUIS GUERIN, el "Eterno Femenino" y "Sijé".




José Luis Guerin, el gran cineasta catalán, siguiendo subconscientemente la tradición noucentista de la "Galería de las Catalanas Hermosas" ( María Gay, Úrsula Matas, Teresa Baladia, Mercedes Craspar, María Pérez-Peix, Mercedes Nicolau) de los Josep Pijoan y Eugeni d'Ors, ha buscado ei ideal del "Eterno Femenino" en sus últimas búsquedas cinematográficas de películas y experimentos de imagen en sus montajes fotosecuenciales: "En la ciudad de Silvia", "Las mujeres que no conocemos" "La Dama de Corinto". Ahora en su búsqueda incansable de "La Arcadia y lo arcádico", se ha topado de repente con un guión sobre la novela Sijé de Eugeni d'Ors: Sijé es una sirenita mediterránea que, como en unas vacaciones, aparece y desaparece entre pueblos de la costa ligur y aromas de la Riviera hasta Venecia, y que representa el símbolo del "Eterno Femenino" en lo fluyente y lo efímero como reverso de lo eterno y permanente de La Bien Plantada. ¿Quedará José Luis Guerin atrapado cinematográficamente por los cantos de sirena de Sijé, como quedan atrapados el coro de hombres que cortejan a la sirenita en la novela?...

jueves, 20 de octubre de 2011

CITA EN BRAY o la fascinación por un cineasta sublime: André DELVAUX.



"CITA EN BRAY" de André Delvaux.
Una vez que vi esta película, hace ya cuarenta años, creo recordar que en el cine Palace de Madrid, a veces me parece –pese a no haber vuelto a verla- estar viéndola de nuevo, viviéndola a menudo: tal es su fascinación o la que a mí me produjo.
Apenas hora y media bastan para contar una historia que parece compleja por su interdimensionalidad evocadora y simbólica, pero que es más sencilla que la vida consciente: Durante la I Guerra Mundial, Julien (Mathieu Carriere), un joven pianista luxemburgués es invitado a pasar dos días en una mansión campestre en La Fougeraie, una villa en los suburbios de París. El amigo al que espera, Jacques de Nouil (Roger van Hool, oficial de aviación en la guerra, no aparece en la cita, pero le recibe en cambio la hermosa y misteriosa Elle (Anna Karina), el ama de La Fougeraie y le ocurren toda una serie de extrañas aventuras eróticas.. La espera le hace pasar la tarde recordando algunas vivencias del pasado compartidas con su amigo solo o en compañía de la amiga de Jacques, Odile (Bulle Ogier), bonita aunque algo vulgar, a la que también se la llevó el viento… En la película, la amistad entre Jacques y Julien se ve completada con el añadido del personaje de Odile, que hace de catalizador entre ambos, una mujer opuesta a la que Julien encontrará en La Fougeraie. La primera es una mujer simple, como el propio Julien e incluso un poco vulgar. Elle, la mujer que Julien encuentra en la villa en vez de a su amigo, es más cercana al carácter y a las costumbres de Jacques, con la que Julien tendrá una experiencia psíquica pura. Su encuentro por una jornada es una ceremonia mística de redención (aunque revestida en la película con toques eróticos, sin duda una metáfora de las cosas descuidadas o no dichas). En palabras de Delvaux: “Cest comme cela que le film s´est costruit: deux femmes, deux hommes, deux formes d´amour.
La música sería aparentemente el elemento principal de la película, y desde luego, su fondo, música casi siempre diégetica, es decir, que suena en la realidad de la película. También para Delvaux este es un film musical. Y la película parece más hecha de formas musicales (estructuras) que de formas narrativas. Por otra parte, no se trata de una narración que incluye partes oníricas a partir tiempo pasado, sino que el visionado de esta puede producir el efecto de un sueño. De nuevo en palabras de director, la película: “es una historia de amor y una historia de amistad que se puede seguir hasta el final sin plantearse otras cuestiones si no se quiere plantearlas.”
Delvaux elige una historia reductiva y de tintes intimistas. Así, en su puesta en escena, puede concentrar sus esfuerzos y enseñar sus armas: Dirección de actores que exaspera hasta en el movimiento de un dedo, belleza y verdad en los decorados, perfección técnica en la ejecución del cuadro visual… etc. Delvaux opta por largos planos de movimientos fluidos; una fotografía atmosférica, casi fantasmal, atenta a la creación de los ambientes enrarecidos, a partir del diseño de producción, a partir del detalle a todo lo sensorial (la música, la comida de escena, incluso el tacto de las telas), según una obsesión cinematográfica de raíz escandinava (pensemos en Bergman o en Dreyer).Es la partitura, no el guión, la que organiza estructuralmente el metraje. Música y cine parecen fundirse en una nueva entidad expresiva.Y es que, entrando en detalles en cuanto a la cuestión narrativa, el film se organiza musicalmente siguiendo un motivo principal (presente) alternándose con constantes flashbacks en compás como líneas secundarias que se insertan periódicas en el ritmo. De esa forma, tenemos acceso a una serie de remembranzas en primera persona que surgen con la inconsistencia de los recuerdos a partir de las acciones, los colores, suponemos que los olores, etc. Recuerdos del protagonista que quiebran la linealidad temporal del metraje insertándose sincopados.
Aunque se resista a la concreción de una sinopsis o un resumen, porque es un espectro confidente de pasados y simbólicas intenciones, he ahí una aproximada explicación argumental:
Trata, ya lo dice el título, de una cita que no llega. De un personaje invitado a una casa de campo esperando al amigo propietario. Del pasado que se vierte en fogonazos de imágenes de felicidad y amistad en esa espera. De la relación entre los dos sujetos, su amistad y su rivalidad: una mujer entre ellos.Trata de Elle, en última instancia, la criada. No sabemos nada de esa mujer. Aparición entallada de candil pálido y melena azabache; aparición joven que deambula por la mansión y sirve la cena. Pero está ahí por algo, debemos pensar. Joven y bella. Repleta de evasivas que no explican la ausencia.Y el pasado interpreta, de nuevo, el misterio del presente. Igual que la música pretende modular el tiempo y el espacio. Un amigo, una cita: nos dice el ahora. Una ausencia inexplicable, una espera y una noche. Y una criada solícita. Y luego, cuando los periódicos insinúan la verdad de esa cita fracasada, un regreso a Bray.
Lo sublime es lo que fascina en este film:
Cita en Bray es una película fascinante aunque sólo sea para el espectador que vea la belleza y la idoneidad de las cosas mágicas, que es ya bastante. Y ha quedado como uno de los hitos mágicos del cine de todos los tiempos que, cuando se contempla, se ama como todo lo sublime: una película que permanece para siempre tras su mágica visión evocadora.

jueves, 13 de octubre de 2011

Creatividad e Imaginación creadora de un genial actor de teatro: QUIQUE FERNÁNDEZ.


Es la creatividad un don divino por excelencia de cualquier actividad artística. Los buenos actores de teatro se dividen en grandes profesionales y grandes creativos. Son éstos los que nos hacen conmover y que se produzca en nosotros esa catarsis sensitiva. Su imaginación hace que puedan hacernos ver lo que los ojos no perciben en el escenario, escuchar lo que los oídos no oyen y experimentar lo que el corazón del personaje y del actor en el momento de interpretar siente.

Solamente el gran actor quisiera que el escenario fuera tan estrecho como la cuerda de un equilibrista a fin de que nadie ose pisarlo, porque ése es su espacio, del que es dueño y sólo a través de su interpretación nos lo hará pisar y traspasar.

El yo del actor creativo sabe que todo es una fantasía, que los estímulos son imaginarios, que el texto es creado por él en el momento de interpretarlo. Observar con atención los sucesos que ocurren a nuestro alrededor y poder apreciar hasta en las cosas más pequeñas los placeres y sinsabores del vivir cotidiano hace que la observación sea uno de los elementos más importantes para el actor creativo. Es esa capacidad del actor creativo para sentir emociones y comunicárnoslas en el escenario y para hacer vibrar nuestras fibras sensibles lo que hace que, al ser activadas, despierten en nosotros nuestros sentimientos más profundos que se encuentran en el alma. Este conjunto de sentimientos (como el amor, la frustración, el odio, etc.) serán la materia prima del actor para dar vida a sus personajes.Y eso es lo que pudimos disfrutar ayer noche, día 12 de octubre, en la Sala Mirto de Madrid gracias a la magia de ese genial actor creativo argentino que es Quique Fernández y su emblemática y conmovedora obra propia del drama de un boxeador “El guante y la piedra”: Un único actor, un cubo de agua y unos metros de parquet en donde se mueve, boxea, baila el tango y hasta se enamora de Justine, una despampanante francesa. Eso es el TEATRO, con mayúsculas.

REINVIDICACIÓN DEL CINE FRANCÉS: "STELLA" y "SILENCIO DE AMOR"

REINVIDICACIÓN DEL CINE FRANCÉS: "STELLA" y "SILENCIO DE AMOR"






SILENCIO DE AMOR



STELLA






Siempre he sido y seguiré siendo un gran defensor y amante del cine francés. El espíritu francés y lo que puede denominarse lo francés están muy en consonancia con el cine y lo cinematográfico. No olvidemos que el cine nació con los hermanos Lumiére, con Georges Mélies y con Abel Gance y que algunos de los más grandes artistas del arte cinematográfico son franceses: Renoir, René Claire, Clouzot, Bresson, Truffaut, Godard, Rohmer, Melville, Resnais, Chabrol, Rivette, Tati, Pierre Etaix,Sautet, Leconte, Techiné... .

Si bien es verdad que, dentro del cine europeo, el cine francés carece de la elegancia formal del cine británico, de la expresividad expresionista del cine alemán, del sociologismo político o histórico del cine ruso, del sentimentalismo nostálgico del cine italiano, o del trascendentalismo psicológico del cine sueco, no es menos cierto que sí posee en dosis proporcionadas algo de todos estos ingredientes y, sobre todo, siempre está dotado de un buen gusto, una mesura y contención (sin desmadrarse nunca), no dejándose llevar por el mal gusto, la chabacanería y la ordinariez en que a veces cae el cine español e italiano, por ejemplo.

Por otro lado, otra de las características del cine francés, además del buen gusto y la mesura, es un cierto barniz de benevolencia y amabilidad en que se bañan o impregnan sus grandes películas representativas que hace que hasta los temas más crudos o dramáticos se vean con agrado y tranquila complacencia.

Dentro de las numerosas vías o líneas que ha desarrollado el cine francés en este siglo de existencia, las dos vías a mi entender más características son: la vía más cruda, realista y social, por un lado, y la más amable, idealista y romántica, por el otro. Ello viene a cuento del estreno en las últimas semanas de dos magníficas películas que son muy representativas de ambas tendencias: STELLA, dentro de la primera tendencia, y SILENCIO DE AMOR que se inscribe claramente como representativa de la segunda vía.