ENÉSIMA HOJA, una Antología de 34 Mujeres Poetas.
Más de doscientas personas (incluidos algunos
niños) abarrotaban el Salón de Actos de la Biblioteca
Marqués de Valdecilla en la calle Noviciado de Madrid para asistir expectantes
a la presentación de la Antología poética ENÉSIMA HOJA de 34 Mujeres Poetas ,
editadas por Alicia Arés y publicada por Cuadernos
del Laberinto .
El acto discurrió con
mucha amenidad y fue presentado por Miguel
Ángel de Rus que hizo una presentación humorística y pretendidamente
misógina de esta antología de Mujeres Poetas que tuvo sus riesgos al no ser
comprendido por todas las mujeres asistentes. Con muy buena voluntad aunque
algo de atropello por la premura del tiempo, Alicia Arés se encargó de presentar y leer los currículos de las
mujeres poetas de la antología y cada una de ellas leyó (la mayoría con gracia
y arte) uno o dos de sus poemas. La Antología es, en mi opinión, en conjunto de
bastante dignidad en su calidad poética aunque destacaron claramente en mi
sentir un puñado de poemas. Por orden de intervención señalaré el poema del Mercado vacío de Nablús de Montserrat Cano, con sus tiendas
cerradas y sus puestos vacíos y la ausencia de aromas, colores y voces; el poema
Sin Palabras, de Ana Montojo, en que se
expresa la incomprensión en las relaciones amorosas; Gran Vía del Dolor, de Ángela
Martín del Burgo, en el que se narra el contraste de gentes, ricas y
pobres, orgullosas y humildes, que pululan por esa populosa Gran Vía, y las diferencias
de lo que expresan esos rostros con los que la poeta se cruza; Nosotras nunca estuvimos allí, de María Antonia García de León, sobre la crueldad y la locura de las
guerras en Oriente Próximo y Oriente Medio en donde se olvida la vida y se dice
adiós a la paz; un bello poema dedicado a El
Agua, esa palabra tan sencilla, tan decible y tan cotidiana, o Los Autobuses de madrugada, ambos de esa
delicada poeta que es María José Cortés; un bello poema, como todos los
suyos, Para Adán, de una de las más grandes poetas de nuestros días que es
María Sangüesa, acerca de la culpa
del indigno y bobo Adán y de la misoginia del hombre hacia la mujer; un bellísimo
poema de amor apasionado y del reino del adulterio, Las Crines del cielo, de la siempre bohemia y fascinante Pilar Mata Solano, y, para concluir, un
impresionante poema Matías, lleno de
dolor y de rabia acerca del fusilamiento del abuelo de la poeta Ana María Cuervo de los Santos, arrojado
a una fosa sin memoria, quizá el momento más doloroso y emocionado de la noche.
Pero los dos minutos de gloria poética fueron, en mi sentir, para la bellísima
poeta colombiana Maryori Vivas, que viajó 8.000 kilómetros desde su
Colombia natal para leer su Cuerdas reventadas, las cuerdas rotas y
que le faltan a un violín abandonado en un desván al que finalmente le llegan
las cuerdas nuevas y puede tocar hermosas melodías y esa bella comparación que
hace con los seres humanos a los que a veces se dejan abandonados en desvanes
olvidados porque les faltan las cuerdas… Emocionante.