A mi compañera de viaje Virginia Silva y a mi hijo Yago Vasil.
Día de Nochebuena del año 2012. Paseo hoy por la mañana por el
Parque del Oeste. De pronto el parque, ya de por sí muy bello en este día, me pareció
paradisíaco al tiempo que sentí transfigurada mi alma, de tal manera que me
sentí llevado por una alegría de vivir y un optimismo desbordante. Me pareció
que el cielo estaba en este parque, que casi lo palpaba. Sólo puedo hablaros
de intensidad, presencia y luz. Luz fulgurante e infinito resplandor en mí y en
los árboles, en las hojas y en los caminos amarillos que me rodeaban.
No puedo describiros con palabras lo que sentí al abandonar el parque y lo que siento ahora mismo: hay como un cambio en el aspecto mismo de toda la ciudad de Madrid, de la gente, de las calles, y en mi casa, en mi estudio, en mi mesa de trabajo. Y una infinita paz en mi alma. Hoy sí puedo deciros que me siento muy feliz de vivir.
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