domingo, 30 de enero de 2011

EL DEMONIO BAJO LA PIEL, frío psico-thriller dostoievskiano.


EL DEMONIO BAJO LA PIEL, frío psico-thriller dostoievskiano.


A lo largo de la filmografía de Michael Winterbottom nunca se ha encasillado en ningún género: ahora nos sorprende con el cine negro, ambientando en los años 50, en un gran papel de Casey Affleck, haciendo de psicópata frío y calculador, sin duda lo mejor de la película.
El film nos va sorprendiendo con la voz adormilada, arrastrada, dulzona y muy americana en off del protagonista, conductora de la historia y los continuos flashbacks, desarrollando con soltura el suspense -con un estilo entre el western postmoderno y hopperiano, punteado por una música country- hasta el final y acabando por ser una película que consigue mantenerte en vilo en la butaca. Lou Ford (Casey Affleck) es un frío ejemplo de la ternura del monstruo, incluso en su desamparo de culpable sin sentimiento de culpa, próximo al dostoievskiano paroxismo enfermizo y violento. El film desarrolla una mirada torva sobre la condición humana, dosis certeras de humor negro y lo que Stephen King describiría como una tendencia irrefrenable a la violencia. El film se basa en la novela de Jim Thompson, El asesino que hay en mí, una de sus obras más emblemáticas: el torturado monólogo interior de un psicópata en acelerado proceso de desintegración que Michael Winterbottom ha querido ver como una parábola que analiza las terribles consecuencias de generar un psicópata en una educación y una sociedad violenta y machista. Hacerle justicia a un personaje tan esquinado como Lou Ford no era tarea nada sencilla, pero nadie puede decir que Casey Affleck no haya superado con creces el listón: su interpretación (tierna y escalofriante en algunos momentos y profundamente desagradable en otros) es lo más interesante de una adaptación que respeta al original en sus aspectos fundamentales con el notable mérito de Winterbottom de haber sabido mantener la omnipresente voz del narrador sin subrayar por ello el subtexto de la historia, lo que se traduce en una narración incómoda, enfermiza y caústica que respeta la inteligencia del espectador y le deja sacar sus propias conclusiones.

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