La escultura es, junto al teatro y, tal vez, la música cantada, la más emocionante, conmovedora y catártica de las artes. En la escultura, al acercarse más la representación a nuestro cuerpo humano e identificarse más con él, es, como todos sabemos, el arte en donde la emoción humana y los sentimientos se expresan con mayor fuerza. Y, al margen de la emoción artística de tipo intelectual o puramente sensitivo que puede darse en otras artes como el dibujo, la pintura, la fotografía o la arquitectura, se produce en nosotros una emoción catártica que nos conmueve.
Esta reflexión viene a cuento porque hace ya bastantes días visité la impresionante exposición que sobre el Románico se puede ver en la Fundación Mapfre de Recoletos. La exposición, como todas las de Mapfre, es magnífica, muy aseada y pulcramente expuesta para deleite estético y didáctico del espectador. Indudablemente la pintura sobre tabla y sobre el muro es lo más destacado y fecundo, aunque también hay notables piezas escultóricas así como algunas deliciosas arquetas de Limoges y báculos. Pero pese a la importancia preponderante de la pintura en esta exposición, hay una pieza escultórica por la que sólo por ella merece la pena la visita y la posible cola. Se trata de El Cristo Majestad de Batlló, que es una imagen en madera policromada del siglo XII, que presenta a Cristo Crucificado en actitud de Cristo Majestad o triunfante sin rastros de sufrimiento pero con una serenidad humana que impresiona. Es una de las muestras más interesantes de la imaginería medieval de este tipo iconográfico en Cataluña y su procedencia se ha situado en el Pirineo catalán . Esta obra se encuentra expuesta en el MNAC de Barcelona. Impresiona la sobriedad del rostro y del cuerpo, la serenidad de la mirada que aúna humanidad y espiritualidad a un tiempo. Y ése es el secreto de su conmoción : la representación de Cristo como Dios y como Hombre, en que nos transmite que es humano como nosotros pero, al mismo tiempo, que su Reino no es de este Mundo. ¡Emocionante!
Esta reflexión viene a cuento porque hace ya bastantes días visité la impresionante exposición que sobre el Románico se puede ver en la Fundación Mapfre de Recoletos. La exposición, como todas las de Mapfre, es magnífica, muy aseada y pulcramente expuesta para deleite estético y didáctico del espectador. Indudablemente la pintura sobre tabla y sobre el muro es lo más destacado y fecundo, aunque también hay notables piezas escultóricas así como algunas deliciosas arquetas de Limoges y báculos. Pero pese a la importancia preponderante de la pintura en esta exposición, hay una pieza escultórica por la que sólo por ella merece la pena la visita y la posible cola. Se trata de El Cristo Majestad de Batlló, que es una imagen en madera policromada del siglo XII, que presenta a Cristo Crucificado en actitud de Cristo Majestad o triunfante sin rastros de sufrimiento pero con una serenidad humana que impresiona. Es una de las muestras más interesantes de la imaginería medieval de este tipo iconográfico en Cataluña y su procedencia se ha situado en el Pirineo catalán . Esta obra se encuentra expuesta en el MNAC de Barcelona. Impresiona la sobriedad del rostro y del cuerpo, la serenidad de la mirada que aúna humanidad y espiritualidad a un tiempo. Y ése es el secreto de su conmoción : la representación de Cristo como Dios y como Hombre, en que nos transmite que es humano como nosotros pero, al mismo tiempo, que su Reino no es de este Mundo. ¡Emocionante!
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