Paloma Mozo: la consolidación de una actriz a través de la interpretación del gesto.
La interpretación del gesto es descubrir este lenguaje teatral para poder aplicarlo a la interpretación personal. Y eso lo hace hoy día como nadie la actriz Paloma Mozo. Paloma Mozo trabaja el lenguaje gestual que nace de su propio cuerpo y de su propio rostro, un método que la permite emplear la expresividad de su imagen como un código que va más allá de las palabras del texto que dice, y que incluso ella es capaz de incorporarlas de modo equilibrado en el hecho escénico.
Paloma potencia su presencia de actriz en la escena y nos hace conectar con su mundo interior en el acto teatral representado ante el público. Parte de su espléndida figura y cuerpo escénicos como herramienta no sólo de comunicación sino también de creación teatral y catártica; es decir, como motor del juego teatral. Paloma Mozo crea sus personajes desde su estilizada fisicidad y el brillo de su espléndida mirada; en definitiva, de su presencia escénica. Paloma profundiza sobre la veracidad de la expresión teatral y el diálogo con el espectador a través de la proyección y focalización del mensaje de sus gestos, sobre todo de su rostro y de sus ojos.. Despierta las posibilidades expresivas del gesto en cada una de sus interpretaciones, permitiendo de este modo poner al servicio de la escenificación todas sus herramientas corporales.
En sus excelentes interpretaciones últimas (Olga, la esposa de Chéjov, en Chejov en el jardín de Luis d'Ors y en el papel de Beatriz en el shakespeariano Mucho ruido y pocas nueces, dirigida por Ainhoa Amestoy, hay una incesante confrontación entre el desarrollo escénico, que nos es mostrado, y el comportamiento psicológico que delatan sus gestos en la escena. El gesto remarca el texto o dice muchas veces lo que no dicen las palabras y va más allá del texto o del diálogo. Así pues, estamos ante la consolidación de una gran actriz a través del gesto.
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