Es muy cierto lo que se dice de que el abrigo de la Infancia crea con los años, por contraste, la sensación de intemperie y de inseguridad.
Yo soy el del triciclo a la edad de tres años, el 6 de enero de 1954, día de Reyes, con mis hermanos Alfonso, el de la cama, Mauricio, el de la bici, y Esperanza con sus muñecas en nuestra casa de la calle Quintana, 23 , 1º dcha de Madrid.
La vida se convierte en una nostalgia de la dulzura perdida, de la felicidad robada.
De la Primera Infancia me ha sido imposible retener recuerdos precisos y concretos... Eso aumenta probablemente el encanto de la época de la Infancia como Paraíso Perdido.
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