sábado, 30 de octubre de 2010

La cámara se cuela en la vida: COPIA CERTIFICADA, obra maestra de Abbas KIAROSTAMI.




La cámara se cuela en la vida:
COPIA CERTIFICADA, obra maestra de Abbas KIAROSTAMI

Rodado en un bello pueblecito de la Toscana, Lucignano, “Copia certificada” es un film culto que trata dos temas: la originalidad en el arte (la copia frente al original) y la crisis de la pareja. Para ello se sirve de un brillante y cautivador relato multilingüe. Es un esfuerzo por parte del iraní Kiarostami de incrustar su discurso en el mundo occidental.Un emotivo relato sobre la naturaleza de las relaciones sentimentales. Una lúcida reflexión en torno al pasado y el futuro del cine. En Copia certificada, Abbas Kiarostami propone un fascinante juego de identidades inspirado en el clásico Viaggio in Italia rosselliniano.

Esta obra maestra nos narra cómo un hombre y una mujer, sin conocerse de nada, avanzan, peligrosamente, a través de una historia en la que, según pasan los minutos, resulta más complicado saber si son dos desconocidos fingiendo una relación de 15 años en horas bajas o una pareja madura en plena crisis que inventa una nueva realidad para salvar su historia de amor. Lo interesante es que Kiarostami nos da las claves para dejar volar nuestra imaginación.
Y como en el clásico de Rossellini Viaggio in Italia (Te querré siempre), esta pareja —ya no importa si auténtica o falsa— es capaz de condensar en apenas hora y cuarenta y cinco minutos las múltiples caras y etapas del amor, de ofrecernos una copia certificada (inspirada en tantas historias reales) de lo que supone construir una relación. Es una copia de las relaciones de pareja; es una copia certificada de todas las relaciones universales entre hombres y mujeres.

Kiarostami establece un juego con el espectador, a la vez que lo hace con sus dos protagonistas, que rayan a gran nivel, Juliette Binoche y William Shimell. La Binoche está espléndida, con una madurez y naturalidad como actriz fascinantes.
Copia certificada no es una narración secuencial llevada al cine, es la obra de un realizador que emplea el lenguaje cinematográfico copiando la apariencia de narrativa clásica para trasladar una atmósfera, una belleza y unas ideas, no solo sobre autenticidad sino también sobre la relación entre un hombre y una mujer.
La habilidad y cautivadora mirada con la que está dirigido este film parece la de un cuento moderno. El peso del filme lo lleva la actriz francesa Juliette Binoche quien en una escena como la del restaurante da una lección de cómo expresar distintas y diferentes emociones sin cambiar de plano. Es magistral también los primeros planos de ella, pintándose los labios y poniéndose los pendientes adecuados para él. El protagonista masculino es William Shimell, cantante de ópera de profesión, y supone su primer papel cinematográfico, pero quien sin tener la experiencia de la Binoche da con su elegante y sobria presencia la perfecta réplica a la actriz.
Copia certificada es una película que aspira a tener y lo consigue plenamente tanto una alta dosis de intelectualidad como de disfrute, y en la que únicamente a través de la interlocución de dos personajes - un escritor inglés y una galerista francesa de antigüedades- y puntuales encuentros con otras personas, intenta elaborar múltiples ideas y sensaciones vitales, algo que logra magistralmente de una forma cautivadora y planteando universales interrogantes. El relato de un domingo cualquiera, tiene momentos de road movie, de comicidad para la sonrisa y de introspección. La cámara se cuela en la vida, los sentimientos y los diálogos de los personajes y la vida y la interlocución de pensamientos y sentimientos se introducen en la cámara. Son de esas películas que fascinan por su manera de estar rodadas y contadas como en su momento lo han sido películas como Al final de la escapada (Godard), Play Time (Tati) o En la ciudad de Silvia (Guerin). Cine puro que da una vuelta de tuerca a las propuestas del Viaggio en Italia de Rossellini (en que se inspira claramente, siguiendo el lema dorsiano de que "Todo lo que no es tradición, es plagio") y avanza revolucionando cinematográficamente los logros de la nouvelle vague de un Rohmer o un Resnais: Obra maestra.

El viaje soñado de Violeta (Una historia a través de mis primeros cuadros).IX.







Una historia a través de los primeros cuadros de Carlos d'Ors,
contada por el artista cuarenta años después.





Olas en la Playa del Faro, 1975

IX

En la Playa del Faro todo era arena fina y olas bastante pronunciadas pues se había levantado viento. Las Olas en Playa del Faro, que formaban un verdadero oleaje de espuma, venían con saludos y se iban con adioses de un mar de un azul muy intenso y con hasta prontos, porque enseguida, como arrepentidas, regresaban temerosas. Nunca se decidían: es la eterna duda de las olas.

viernes, 29 de octubre de 2010

El viaje soñado de Violeta (Una historia a través de mis primeros cuadros).VIII.




Una historia a través de los primeros cuadros de Carlos d'Ors,
contada por el artista cuarenta años después.





Vía Férrea de Vilanova i la Geltrú, 1975.





VIII

Pero lo hizo por el camino más largo porque quería ver la Vía férrea que tanto le gustaba con aquella vieja y oxidada locomotora abandonada fuera de sus raíles. Desde allí podía divisar el pueblo a lo lejos. El cielo se estaba poniendo tormentoso porque ese día hacía mucho bochorno.




jueves, 28 de octubre de 2010

El viaje soñado de Violeta (Una historia a través de mis primeros cuadros).IX.



Una historia a través de los primeros cuadros de Carlos d'Ors,
contada por el artista cuarenta años después.


La puerta azul, 1976.

VII


Tras pasar por una misteriosa y vieja Puerta azul y atravesar un bosquecillo que había tras ésta, Violeta quiso bajar a la playa.

martes, 26 de octubre de 2010

El viaje soñado de Violeta (Una historia a través de mis primeros cuadros).VI.


Una historia a través de los primeros cuadros de Carlos d'Ors,
contada por el artista cuarenta años después.






Fachada Trasera de la Ermita, 1975
VI

Dejó atrás la Fachada Trasera de la Ermita con su multitud de tonos ocres, pardos y grises que daban a un huerto, donde ella cogía de niña almendrucos que tanto le gustaban de los muchos almendros que por entonces había.



lunes, 25 de octubre de 2010

El viaje soñado de Violeta (Una historia a través de mis primeros cuadros).V.

Una historia a través de los primeros cuadros de Carlos d'Ors,
contada por el artista cuarenta años después.



Pablo y Luis jugando al ajedrez
V


Al descender le pareció ver cómo sus hermanos Pablo y Luis jugaban al ajedrez bajo la sombra gris del emparrado del porche.

sábado, 23 de octubre de 2010

El viaje soñado de Violeta (Una historia a través de mis primeros cuadros).IV.


Una historia a través de los primeros cuadros de Carlos d'Ors,
contada por el artista cuarenta años después.

Tejados del Patio de la Ermita,
1976.
IV


Pero antes de bajar a la playa, subió al ático del artista de aquella casa donde divisó los bellos Tejados del Patio de la Ermita, el alegre limonero que protegía una cisterna blanca y los pinos y árboles que medio ocultaban la edificación moderna de al lado.

viernes, 22 de octubre de 2010

La red social, de David Fincher, frío pero importante film de docuficción sobre el creador y la creación de Facebook.





La red social no es sólo la crónica de un hallazgo informático, sino una interesante película sobre un joven brillante que se convirtió en millonario poco después de cumplir los veinte. Pero también es un sombrío y áspero retrato psicológico de un niño que creó la mayor red social mundial sin saber prácticamente nada de relaciones humanas... La esperada radiografía de David Fincher de una de las mayores y más representativas ideas tecnológicas del momento es una idea que, por cierto, no surgió de la nada, sino de la frustración por una cita romántica que salió mal...
En La red social su director David Fincher vuelve a desplegar su saber fílmico y su técnica perfecta para contar la historia desde un punto de vista documental, de biopic, aplicando un montaje perfecto y calculado que le sirve para diseccionar una historia dotada de varias líneas temporales con una precisión de cirujano. No obstante, todo se dispone en realidad en torno a la elaboración de un retrato psicológico y de carácter, que además tiene como trasfondo atroz el retrato humano de las universidades de alto copete, mientras nos hace intuir las enormes posibilidades por explotar a la era de internet. Todo esto no es moco de pavo, pero Fincher y el guión de Aaron Sorkin quieren que La red social sea una película fría, sin emociones humanas y, en definitiva, una película algo cínica, aunque también bastante certera en su análisis de la vaciedad humana en los tiempos que corren.
La película desarrolla el proceso personal y creativo que culminó con la fundación de Facebook (inicialmente bautizado como theFacebook), un accidentado camino sembrado tanto de éxitos como de decepciones y ensombrecido por diversas demandas y acusaciones de robo de ideas.
Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg) es un estudiante de Harvard con mucho talento para la informática aunque poco hábil en las relaciones sociales. Una noche de octubre de 2003, tras un desengaño amoroso, Mark se sienta en su ordenador y hackea la base de datos del campus, programando una página web en la que sus compañeros acceden a fotos de chicas de la universidad y votan por las que "están más buenas". Este sitio, llamado Facemash, le reporta no pocos problemas (acusaciones de misoginia así como de violación de la privacidad y de derechos de autor) pero también le hace extremadamente popular, sentando además las bases de lo que después sería Facebook.
Otro personaje vital en la trama y en la historia real es Eduardo Saverin (Andrew Garfield), amigo de Zuckerberg y uno de los cofundadores de Facebook, que aportó el capital inicial necesario para que se iniciara el proyecto. Y además el personaje clave para el despegue de la empresa (y, por ende, para la evolución del personaje de Zuckerberg) es Sean Parker (Justin Timberlake), el que fuera cofundador de Napster. Presentado en el filme como un joven visionario, brillante, extrovertido (casi apabullante) y extremadamente práctico para los negocios, pero también ambicioso y manipulador, Parker sugiere el traslado a Palo Alto (dentro de Silicon Valley, California), donde Facebook pudiera codearse con las más grandes empresas tecnológicas.
En palabras de su guionista Aaron Sorkin, el protagonista "es fundamentalmente un pirata informático y los piratas son, por naturaleza, anarquistas"; por ello, "lo último que quiere hacer es asesinar a Facebook a través de convertirlo en un bien de consumo que genera dinero y que no sea anarquista. Esa es la historia de la película, el viaje desde pirata informático a director ejecutivo”.
Pero La red social constituye el relato de una traición a varios niveles, en tanto su personaje central es percibido como un joven arrogante y desleal: la humillación a la que somete a su ex novia o el tratamiento que dispensa a sus compañeros de Harvard o a sus amigos. A través de numerosos flashbacks, la película constituye una imagen caleidoscópica de lo que supone la deslealtad para sus protagonistas. En la creación de un proyecto (que luego se convierte en empresa) entran en colisión la ambición, la responsabilidad y los principios, generando como subproducto involuntario la traición, que adquiere connotaciones dispares para el que la comete y para el que la sufre.
La película de David Fincher plasma la dificultad de la comunicación. Así, el filme constituye una reflexión acerca de cómo nuevas tecnologías como internet y, especialmente, las redes sociales, han modificado las relaciones humanas. La posibilidad de reinventarse públicamente a uno mismo, el anonimato, la ausencia de privacidad, la facilidad con la que se establecen "amigos" pese a la lejanía y a la impersonalidad del trato, la creciente incomunicación en plena "era de la comunicación" y otras cuestiones más universales como la responsabilidad o el precio que hay que pagar por la ambición y el éxito constituyen el telón de fondo de la historia presentada de un modo objetivo, documental y carente de sentimentalismo.
Fría pero importante película de docuficción.

El viaje soñado de Violeta (Una historia a través de mis primeros cuadros).III.


El viaje soñado de Violeta en Vilanova i la Geltrú

(Una historia a través de los primeros cuadros de Carlos d’Ors, escrita por el artista cuarenta años después ).
La Samaritana, 1978

III


Violeta decidió cruzar la cancela de aquella casa y, a imagen y semejanza de La Samaritana bíblica, sacó agua del pozo. Pero el agua era para ella; tenía sed puesto que el calor del patio andaluz, casi tropical, le embargaba. Y el agua refrescó su boca. Y a su presencia llegó el aire marino que se respiraba antes de llegar a la playa.

jueves, 21 de octubre de 2010

El viaje soñado de Violeta (Una historia a través de mis primeros cuadros).II.




El viaje soñado de Violeta en Vilanova i la Geltrú

(Una historia a través de los primeros cuadros de Carlos d’Ors,

escrita por el artista cuarenta años después )



II














Ermita de San Cristóbal, 1965


Hasta que un día ya no volvió más. Después de un mes de leales visitas, aquella mañana la muchacha se había despertado sin el cálido gorjeo de su ruiseñor. Había esperado impaciente frente a la ventana durante una hora y al ver que no aparecía, unos oscuros pensamientos cruzaron su mente.
-Puede que alguna desgracia haya sobrevenido a mi fiel ruisenor –dijo en voz alta-, tal vez esté enfermo, o quizá…
No se atrevió a completar la frase, tal era el pánico que le suscitaba. Presa de la agitación, caminó a un lado y a otro de la habitación. El aspecto de su cabello sorprendentemente había dejado de interesarla. De pronto se detuvo en seco.
-A lo mejor no le sucedió ningún mal. Puede que sencillamente se cansara de visitarme.
Violeta recobró la calma ante este pensamiento e imaginó al pájaro azul volando libremente por algún lugar del mundo.
-Al fin y al cabo –concluyó-, ninguna relación es para siempre.
Abrió la ventana de par en par y apoyó sus brazos en el alféizar, como lo hacía cuando el pájaro la visitaba. Después observó la plaza, llena de árboles, y le pareció distinguir que algo se movía en la copa de uno. Miró atentamente y, sin esperarlo, una sombra azul salió de entre las ramas y sobrevoló la plaza, perdiéndose en la lejanía. Gracias a esta alucinación, tan grata, Violeta sonrío y, ya tranquila, cerró la ventana, dando por terminada la relación con su ruiseñor.

Aquel día hacía muy buen tiempo, por lo que a la muchacha le apeteció salir a dar un paseo. Se puso un largo vestido de franela de color lila, confeccionado con una tela muy fina, y un sombrero de pamela con que protegerse del sol. Después salió a la calle y, tras dejar atrás el pueblo, se encaminó por un sendero pedregoso. Debido a su pendiente, el camino resultaba duro por tramos, pero las vistas que se tenían sobre el mar recompensaban al que subiera la cuesta. El tramo final, donde las piedrecitas estaban cubiertas de arena, desembocaba en una plazuela circular de pequeñas dimensiones y presidida por una ermita. Violeta, sin dejar de juguetear con su largo cabello, pasó por delante de aquella Ermita de San Cristóbal y se detuvo a escuchar el inquietante silencio que emanaba de los ventanucos de su fachada. En el centro de la plaza un tronco casi seco de higuera evocaba tiempos en los que niños harapientos trepaban por sus viejas ramas para hurtar higos maduros y frescos. Había también allí una palmera marítima, también anciana, que poseía un tronco robusto y ancho. Regalaba palmas a quien quisiera trasladarse allí el Domingo de Ramos a oír misa en la Ermita de San Cristóbal. O cualquier domingo, ya que todos son fiesta.

miércoles, 20 de octubre de 2010

El viaje soñado de Violeta (Una historia a través de mis primeros cuadros). I.

El viaje soñado de Violeta en Vilanova i la Geltrú

(Una historia a través de los primeros cuadros de Carlos d’Ors, escrita por el artista cuarenta años después )


La mujer del pájaro azul, 1972


I
Aquella mañana de comienzos de junio, Violeta se despertó con el gorjeo de un ruiseñor. Por lo extraño que le resultó despertar con ese sonido, se incorporó enseguida sobre la cama y corrió, con los pies descalzos, a mirar por la ventana. Allí, tendido sobre el alféizar, vio un pequeño pajarito que se había lastimado las alas. A la muchacha le horrorizó encontrar un pájaro malherido en su ventana, pues nunca había tenido animales en casa y tampoco ahora lo deseaba. Sin embargo, al verlo quizá tan débil, tan desvalido, no pudo evitar apiadarse de él, que agitaba sus alas como pidiendo ayuda. Tal vez fue su conmovedor gorjeo, lo que definitivamente hizo que Violeta saliera corriendo a bucar algo con que curarlo. Al cabo de unos minutos, regresó con las manos llenas de remedios, que depositó sobre la cama. Después tomó un poco de algodón y, tras humedecerlo con alcohol, comenzó a aplicar la cura sobre sus alas temblorosas. Mientras, con cautela, pasaba el algodón por su cuerpecito, la muchacha advirtió que el plumaje del ruiseñor era de un azul muy intenso. Dedicó cerca de media hora a sanar sus heridas, y se podría decir que por primera vez trató a un animal con verdadero afecto. Poco después, tras un tiempo de reposo, el ruiseñor miró a Violeta con ojos agradecidos y echó a volar, desapareciendo a través de la Plaza de Eugenio d'Ors en dirección hacia la Playa del Faro.
A partir de entonces se creó una intensa relación entre la muchacha y el ruiseñor, que iba a visitarla cada mañana. Ella disfrutaba mucho peinándose el cabello, por lo que a menudo recibía a su pájaro cantor mientras se alisaba el pelo con las manos. Lo curioso es que quienes la conocían afirmaban no haber visto jamás a Violeta utilizar un peine. Al parecer le bastaba con pasar las manos por su espesa cabellera para dejarla lisa y bien cepillada, al modo en que lo haría un buen peine. También dijo en una ocasión que le resultaba más placentero el contacto directo de las manos con el cabello, con el que podía juguetear a placer el tiempo que quisiera. Por tanto el ruiseñor acudía fielmente todas las mañanas y Violeta, despertada por su dulce cantar, abría la ventana y se quedaba largo tiempo peinando su cabellera. Dado que no era infrectuente sorprender a la muchacha en compañía del animal y dado el asombro que su llamativo plumaje despertaba, los habitantes de Vilanova i la Geltrú, de donde era oriunda, no tardaron en llamarla “La mujer del pájaro azul”.

jueves, 14 de octubre de 2010

Cine-Literatura: "Villa Amalia" (Jacquot), quedarse en soledad para buscar la libertad y la felicidad.

A pesar de ser un autor prácticamente desconocido en nuestro país (yo es la primera película que he visto suya), Benoît Jacquot tiene ya una larga trayectoria como director desde que comenzara a realizar cine a mediados de los setenta. Amante de la literatura e interesado en las teorías psicoanalíticas, su prestigio se ha ido labrando gracias a su pulcritud a la hora de realizar adaptaciones literarias. Desde Fyodor Dostoyevsky, Franz Kafka, Henry James, Jorge Luis Borges, Marivaux, Yukio Mishima hasta Marguerite Duras, Jacquot ha configurado a través de su obra un rico panorama intelectual y filosófico reflejo de las inquietudes de la época que le ha tocado vivir. A menudo se ha servido del retrato de personajes femeninos esquivos o inseguros, en proceso de búsqueda de su propia identidad, que se internan en tortuosos caminos de auto-conocimiento a través de la experimentación con actitudes y posturas que les hacen enfrentarse con los demás pero también con sus propias inseguridades.


Y es en este sentido en el que podemos inscribir su último film, Villa Amalia. La película encaja a la perfección con ese propósito practicado a lo largo de su carrera: de nuevo parte de una adaptación literaria, en esta ocasión del escritor Pascal Quignard, vuelve a trabajar con Isabelle Huppert en su sexta colaboración juntos y regresa a los ambientes burgueses en los que ha desarrollado buena parte de su obra, y, sobre todo, vuelve a centrar la narración en la metamorfosis que sufre una mujer y en el proceso de cambio que la conduce a alcanzar su libertad, tanto física como mental y espiritual y, en definitiva, su felicidad. Isabelle Huppert interpreta a Ann, una prestigiosa pianista intérprete y compositora que se ha de replantear toda su vida después de conocer que ha sido víctima de una infidelidad. A partir de ese momento, todo su mundo se desmorona y decide emprender un camino de huida hacia la soledad de sí misma. Jacquot construye una película cortada y seca, aunque sensitiva, muy influida por los ritmos y el tempo musical de los acordes de su protagonista pianista y capaz de crear atmósferas contrapuestas de un plano a otro que nos conducen desde la ansiedad y el desconcierto, hasta la serenidad que desprende un luminoso día de playa. Juega con el sentimiento sin sentimentalismo y modula austeramente el silencio, la rabia contenida y la desazón. Villa Amalia es un film sobre lo terrible y a la vez hermoso que puede ser la soledad, también sobre el proceso de despojamiento de lo que todos tenemos que quitarnos si queremos llegar al núcleo de nuestros miedos más íntimos para actuar sobre ellos. En ese sentido, Ann se enfrentará no sólo a su marido, sino también a su padre (curioso dibujo del personaje de un padre judío que también ha huido -como ella- de los gritos y cortinas de su esposa), un padre que la abandonó siendo pequeña y que ahora regresa a su vida. Ann romperá también con su profesión para alcanzar emociones que la perturban pero que al mismo tiempo se convierten en su catarsis. Isabelle Huppert vuelve a regalarnos un trabajo de intensidad interpretativa irreprochable en un personaje aparentemente frío y cruel con lo que le rodea, pero decidida e imperturbable en su propósito. La película es ella, su personaje, y nada más. Ella y un director que la mima en cada plano y sabe sacar la fragilidad que alberga su aparentemente helado corazón.

Los enfoques "nouvellevaguescos" de los silencios contemplativos y del encuentro con la vieja Amalia, los baños haciendo el muerto en el mar de Ischia, y los encuentros rohmerianos al sol con los italianos en el barco, consiguen hacernos sentir ganas de seguir viendo cine francés tan exquisito y profundo como éste. Todo ello con una puesta en escena punzante, cortante, seca minimalista y elíptica. Un estilo que oscila entre la asonancia de la música vanguardista y el naturalismo literario y minimalista de la nouvelle vague, y cuya eficacia reside en la mezcla entre lo natural y lo psicológico.


Jacquot convierte "Villa Amalia" en una obra reflexiva que consigue llevar a fondo la exploración de lo femenino que se ha ido gestando en su filmografía. Para este proceso explorador juega un papel fundamental su puesta en escena basada en la sequedad y lo contemplativo y, sobre todo, en el modo en que se muestra el sentimiento de fascinación por un paisaje y una actriz. En este sentido se relacionaría con el cine de Rohmer. Porque el cine de Benoit Jacquot , como el de Eric Rohmer, precisa de un ojo sensible para no dejar pasar pequeños matices relacionados no sólo con la disposición de los personajes en los encuadres o con la utilización de los colores, sino también con el uso de la banda sonora o del sonido exterior. Una mujer que huye de su pasado en busca de la libertad y de sí misma y, en definitiva, en búsqueda de su felicidad.

domingo, 10 de octubre de 2010

Mis tardes con Margueritte, ternura, sencillez y amor a las palabras y a la lectura a raudales.


Mis tardes con Margueritte,
ternura, sencillez y amor a las palabras y a la lectura a raudales.

Tras 'Conversaciones con mi jardinero', hemos disfrutado de otra deliciosa comedia con ribetes tiernos y ejemplares del cineasta galo Jean Becker, centrada en las relaciones entre un hombre semianalfabeto y una anciana letrada. El francés Jean Becker quiere volver a emocionar a los espectadores como ya hizo en sus anteriores trabajos, con "Mis tardes con Margueritte". La historia narra el encuentro entre Germain, un cincuentón fracasado y obeso, y Margueritte, una anciana apasionada por la lectura. Cuando ella empiece a leerle novelas, Germain descubrirá la magia de los libros. La desgracia llegará cuando Margueritte se vaya quedando ciega, lo que empujará a Germain a leerle extractos de sus libros favoritos, motivado por la mezcla de admiración y amor que siente hacia ella. El cincuentón Gérard Depardieu y la nonagenaria Gisèle Casadesus son los protagonistas de este sencillo drama, sin más pretensiones que reflejar los sentimientos más puros del ser humano. Buenas intepretaciones y un guión de mucha calidad demuestran que el cine francés ha revivido su época dorada.
A partir de tan sencillo argumento, 'Mis tardes con Marguerite' embarca al espectador en un tierno y ejemplar viaje hacia el conocimiento, donde un hombre poco educado, (magnífico Gérard Depardieu), y una abuela al final de sus días, pero aún lúcida y con unas enormes ganas de vivir (inolvidable Gisèle Cassadesus), se complementarán a las mil maravillas. Lo cual da paso a una ejemplar lección vital, por medio de la cual se demuestra que nunca es tarde para aprender y menos aún para ser feliz.
La lectura, la convivencia, el valor de la amistad, la bondad, la tolerancia, la educación y la imaginación son conceptos que brillan esplendorosos en esta película señera, de una ternura a flor de piel y un encantador sentido del humor. Sazonada con emoción contenida y captada con ternura por la cámara de Jean Becker con toda propiedad. No en vano se trata del hijo de uno de los más grandes directores de la historia del cine francés, Jacques Becker, autor de 'París, bajos fondos' (1951). La trama discurre apacible, sin prisas, plena de diálogos pausados y extractos de capítulos de novelas célebres. Un filme, en suma, realizado con una sensibilidad extrema, poniendo especial atención en los pequeños detalles, en la ironía sin malicia, en la melodía de las miradas y en la belleza moral de los seres humanos que protagonizan la película. Todo se dice con certeros toques y una cámara pudorosa en esta fábula tierna y bella, y es precisamente esta delicadeza en la expresión y las situaciones lo que confiere trascendencia humana a 'Mis tardes con Marguerite'. Tal vez sólo una mayor ambición en el guión y en los personajes que rodean y acompañan al dúo protagonista y un mayor vuelo en la relación literatura y situaciones vitales hubiera podido convertir este film en una obra maestra. Gran película, de todos modos.