En "LA RAULITO", Lautaro Murúa elaboraba una crónica sobre las experiencias de una mujer (que se viste de hombre para sobrevivir) apresada en centros de reclusión. La película relataba un caso real de una hincha del club de fútbol Boca Juniors de Buenos Aires, querida por la barra del club, de nombre María Esther Duffau.
La Raulito, magistralmente protagonizada por Marilina Ross y toda su verborrea, era una niña de la calle, en Buenos Aires, que adoptaba la identidad de un varón para sobrevivir. El film tomaba un momento de su vida, ya adolescente, deambulando entre el reformatorio para delincuentes juveniles, la cárcel y el hospital neuropsiquiátrico.
El tono inicial de la película era efectista y sensacionalista con las pérfidas guardianas, los mugrientos espacios de la cárcel, las inspecciones nocturnas en el dormitorio, pero, al mismo tiempo, era de un tono sensible al denotar el desamparo y la falta de afecto que siente la protagonista. La rebeldía de la Raulito era contra el maltrato que le infringe la vida: la cámara describía detenidamente instantes de miseria y abandono, entre sus idas y venidas a prisión, con fragmentos en el deambular por las calles mientras suena la música de armónica de Roberto Lar.
La pretensión de la película "RELATOS SALVAJES" de Damián Szifrón es subrayar los monstruos que genera el "sueño de la razón” goyesco y la sentencia roussoniana de que “el hombre es un lobo para el hombre”. El film está dividido en seis
cortos o episodios sobre el tema de la venganza. Una película que, a modo, de una comida, tiene seis platos. “Pasternak”,
viene a ser como el aperitivo en el que se nos presenta como introducción a la
película y antes de los títulos de crédito, un sketch realmente hilarante y con
una venganza macabramente preparada, nos muestra como a veces las coincidencias
no lo son tanto. De segundo plato tenemos “Las Ratas”, una historia de venganza cargada de mala leche y
bastante sangre, y que como reza el dicho "la venganza es un plato que se sirve frío". El
tercer plato, "El
más fuerte", (curiosamente así se titula) refleja la lucha de poder, y es, como su título indica, el más fuerte, un plato de carne
cruda y asada que narra la disputa entre
dos conductores que se descontrola y acaba en una pelea épica y en un plato que
se pasa de fuego y violencia y acaba literalmente quemándose. El cuarto
episodio de Relatos Salvajes es “Bombita”, protagonizado por Ricardo Darín, una venganza contra la
injusticia social y administrativa que sufre su protagonista, indignado contra un
sistema burocratizado e insensible, destacando el papelazo que se marca Darín. Es
como un pescado con salsa pero que tiene espinas que pueden hacernos sangrar.
El penúltimo plato se titula “La propuesta”, y es el más crítico e
irónico de los episodios y que nos muestra la corrupción y la ambición del
dinero de sus protagonistas, un plato sutil pero que nos puede sentar mal si
abusamos de él, con un desenlace sublime. Por último, el episodio “Hasta
que la muerte nos separe”, es a modo de un postre barroco y empalagoso
que se acaba atragantando a sus protagonistas, y que nos lleva hasta una boda,
que acaba como “el rosario de la aurora” en la violencia de un Eros liberador y
catártico con los novios después de untarse de tarta hacer el amor de un modo salvaje en la sala delante de los invitados de la boda; a destacar de este último
sketch la pelea de “gatas”, entre la novia y la suegra. Vemos cómo la película empieza con un Tánatos destructor y termina con un Eros generador.
Vemos pues, un juego de
distintos aspectos en donde estalla la violencia: La indignación del hombre
común frente a un sistema burocrático e insensible, la corrupción generalizada,
la mentira y la codicia son los ejes principales de este tratado moral
provocativo y perturbador, atravesado por un humor negrísimo, que puede alcanzar
dosis muy altas de crueldad y violencia (como en el episodio de la pelea de los dos conductores) hasta dosis extremas que les llevan hasta la
autodestrucción y a la inmolación. Animales humanos acorralados,
domesticados para vivir en sociedad pero que no podrán ocultar por mucho tiempo
el impulso de un instinto latente que los conducirá hacia una violencia sin posible marcha atrás. Szifrón no predica una misantropía
desencantada sino que siempre expone a sus protagonistas en su condición más miserable
pero también en su lado grotesco como corresponde a una comedia negra.
Cine catártico en tanto busca desatar emociones básicas, ofrece escapismo en su
estado más puro y alguna que otra crítica social que acaba remitiendo en la violencia.
Uno de los grandes aciertos de la película es el tono grotesco casi esperpéntico
para exhibir el rostro obscenamente salvaje de la realidad.
Formalmente sobresale la precisión del montaje y el gran trabajo de la cámara y
de los enfoques, el nivel de las interpretaciones, absolutamente impagables, y
una extraordinaria banda sonora de Gustavo
Santaolalla que refuerza las situaciones y los clímax violentos de forma magistral.
Obra maestra.
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