Lisboa, ventana y balcón abierto
sobre el lienzo plateado del Tajo extenso.
Colinas y pendientes, sobre las vías,
en el conjunto enmarañado de callejas,
los tranvías.
Lisboa, desde el Castelo S. Jorge vista,
el cielo dorado de tu atardecer
hace a los que te contemplan estremecer.
Caserío rojiblanco que se precipita
sobre los horizontes del agua sin tregua.
Blanquirroja Lisboa que, como novia sin par,
te lanzas al lecho del río-mar.
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