Tristes, al pasar, me miran los balcones de la calle mojada,
reptando los brillos en los fríos bancos de farolas goteadas de luz preñada.
La calle toda me envuelve en la noche lluviosa y calma...
Las hojas del otoño se revuelven amargas en mis zapatos, cansadas,
como calientes islas anegadas de aguas...
La calle toda me envuelve en la noche lluviosa y calma...
Nada más verla, se cruzan emocionadas nuestras miradas.
Y una sensación primaveral me llena y embarga.
La calle toda me envuelve en la noche lluviosa y calma...
Ella se coge de mi brazo y, luego, me acaricia y abraza,
y siento la calidez de su cuerpo, el olor de su cabellera mojada.
La calle toda me envuelve en la noche lluviosa y calma...
Nos ocultamos bajo el amplio paraguas
que de risas y lamentos nos cobija y resguarda.
La calle toda me envuelve en la noche lluviosa y calma...
De pronto, un frío intenso y húmedo recorre mi espalda,
y entonces se desase de mi brazo, y de mí se aleja y se aparta.
La calle toda me envuelve en la noche lluviosa y calma...
Y me parece escuchar lamentos extraños
que brotasen por doquier en la noche oscura del alma.
La calle toda me envuelve en la noche lluviosa y calma...
domingo, 29 de enero de 2012
NOCHE LLUVIOSA Y CALMA (Poema "Epílogo" de mi poemario aún inédito ECLIPSE TOTAL)
miércoles, 25 de enero de 2012
La nostalgia romántica de seguir los pasos: Marta Moriarty sigue a Cézanne en Aix y Berta Vías a Camus en Lourmarin.
Yo mismo he seguido, tal vez por razones familiares y sentimentales, los pasos de Eugenio d’Ors en su casa marinera de Vilanova i la Geltrú en la colina de San Cristóbal que besa el azul mediterráneo, impregnándome de sus olores marineros noucentistas.
Marta Moriarty sigue los pasos de Cézanne en su Aix en Provence natal: la luz es tan intensa que casi ciega sus ávidos ojos cezannianos, impregnados de los pequeños toques meticulosos, rectangulares, largamente calculados del maestro de Aix. Y Marta piensa en la frase que un día dijo el padre de la pintura moderna: “Un artista debe hacer su obra como un almendro hace sus flores o como un caracol fabrica su baba.” Y al penetrar ella en el estudio de pintor lo imagina vestido con su levita que no tardará en mancharse, con su sombrero en la cabeza que muchas veces no se quita ni para pintar dentro y un poco encorvado sobre el lienzo, con sus ojos pegados al punto del lienzo en que está pintando.
Berta Vías sigue los pasos de Albert Camus en Lourmarin: Berta camina despacio sobre un sendero de tierra empedrado escoltado de hileras de gravilla irregulares en busca de la casa de Albert Camus.
Camus se compró la casa en Lourmarin, una pequeña localidad de no más de 600 almas cercana a Aviñón. Lourmarin es un pueblo típico de la Provenza francesa, cuidado, construido en piedra duradera, tan elegante y apacible. Apenas hay edificios nuevos más que en las afueras del centro urbano, y aún así son discretos, acordes con la belleza del paisaje y la extensión montañosa delimitada por campos de lavanda coloridos y rectangulares. En el último año Camus pasó largas temporadas en esa región cuyo paisaje le recordaba al de su Argelia natal. Los vecinos del pueblo lo recordaban como un hombre amable y accesible, que hacía largas caminatas por el campo y que patrocinaba al equipo de fútbol del pueblo.
lunes, 23 de enero de 2012
¿Es Meryl STREEP la mejor actriz de todos los tiempos?
Ganadora en dos ocasiones del Oscar y contando con un récord de trece nominaciones a dichas estatuillas, Streep nunca había actuado en un drama hasta su segundo año de universidad en el Vassar College, cuando consiguió el papel protagonista en la obra de Strindberg, "Miss Julie". Un programa de intercambio le llevó a Dartmouth, donde estudió escritura de teatro, así como también escenografía y diseño de vestuario. Tras graduarse en la Vassar, obtuvo una beca de la Escuela de Arte Dramático de la Universidad de Yale, donde se licenció y fue galardonada con el Premio Carol Dye Acting; siendo la primera mujer en la historia de esta universidad en recibir este honor.Después de un verano con la O'Neill Playwrights Conference en Connecticut, Streep se mudó a Nueva York donde debutó en una producción de Joseph Papp para el Lincoln Center de "Trelawney of the Wells", con Mary Beth Hurt y John Lithgow. Las críticas empezaron a destacar en esa primera temporada su versatilidad, su imaginación y el amplio rango de matices interpretativos que han sido señas de identidad de su carrera desde el comienzo.
Del Public Theatre pasó al Phoenix Repertory, donde, en producciones rotatorias, interpretó a una mujer sureña del siglo XIX en el melodrama sobre la Guerra Civil Americana, "Secret Service"; a una elegante secretaria en la obra de un acto de Arthur Millar, "Recuerdo de dos lunes", y a una desastrada prostituta en "27 vagones llenos de algodón", del dramaturgo Tennessee Williams. Por su virtuosismo, Streep ganó el Outer Critics Circle Award, el Theater World Award, además de recibir una nominación a los Tony. Trabajó en diversas obras en su primera temporada en Nueva York tras graduarse, incluyendo representaciones del New York Shakespeare Festival de "Enrique V" y "Medida por medida", dando la réplica a John Cazale y Sam Waterston.Protagonizó en Broadway el musical de Brecht / Weill, "Happy End", y se hizo con un Obie por su interpretación en la producción de fuera de Broadway de "Alice en el palacio". Durante este periodo, también ganó el Emmy a la Mejor Actriz por su interpretación de una desesperada mujer germana en la polémica serie de ocho capítulos "Holocausto".
KRAMER CONTRA KRAMER (papel de Joanna Kramer), 1979
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domingo, 15 de enero de 2012
Reflexiones tras la tertulia literaria sobre "El Relato Contemporáneo"en torno a “En cualquier lugar donde parezca que esto pueda hallarse”.
El gato, la lluvia y MURAKAMI.
A propósito de un texto de Daniel TUBAU sobre Novela vulgar y Novela compleja:
Se podría decir que lo que diferencia a una novela vulgar de una novela ambiciosa o compleja literariamente hablando no es lo que puede parecer a primera vista por su denominación como “novela vulgar” o “barata”. No es cuestión de contenido; es decir, no es que lo que se dice en una novela vulgar no pueda ser tan interesante como lo que se dice en una novela más compleja. En muchos casos seguro que es más interesante, ya que el que una novela sea compleja no implica necesariamente que también sea más interesante que la vulgar. Pero la característica importante de este tipo de novelas, de las novelas, simples, sencillas o vulgares, entre las que se incluyen casi todos los bestsellers, es que las cosas se dicen sólo de una manera.
No es que la interpretación no pueda interesarnos (en la mayoría de las ocasiones claro que nos interesa y es lo que hace que se vendan mucho), es que sólo hay una interpretación. Al leer esas novelas sabemos perfectamente qué es lo que el autor ha querido decirnos, no nos quedan dudas: quiere decirnos esto, y nosotros lo entendemos. Así que, como lo entendemos, no necesitamos detenernos y seguimos leyendo. Esto es lo que hace que sean tan amenas y atractivas para todo el mundo: nunca nos detenemos, siempre seguimos adelante porque todo lo entendemos.
Hay novelas que resultan difíciles para el lector vulgar, ¿qué quiero decir con “vulgar”? Pues simplemente el que no quiere detenerse ni esforzarse, ni preguntarse qué ha querido decir el autor (o qué está diciendo esta frase, incluso aunque el autor no lo haya querido decir de manera consciente). En las novelas difíciles no hay una sola interpretación, sino varias. Como dijo Edmund Wilson acerca de las múltiples interpretaciones del Ulysses de Joyce, estas novelas se parecen a la física cuántica y al principio de indeterminación de Heisenberg: cada vez que se leen se encuentra algo distinto porque el observador, el lector, modifica lo observado.
Las reflexiones anteriores, aunque parecen contener una cierta connotación quizá no despreciativa pero sí depreciativa hacia la novela vulgar, y eso es algo que sería quizá hipócrita negar, sin embargo no implican un juicio negativo por sí mismo: puede darse el caso de que una novela simple sea capaz de trasmitir una belleza cierta, una belleza superior a la de una novela compleja. De eso no me cabe ninguna duda, y mi intención es investigar ese asunto en el futuro y buscar la belleza de las grandes novelas vulgares. Pero ahora pensemos en una novela que me viene a la cabeza, Papillon (1969), de Henri Charrière. Nos gusta mucho esta novela. Nos parece extraordinaria. Pero probablemente cuando volvamos a leerla, nos volverá a gustar, pero sospecho también que no encontraremos nada demasiado nuevo en ella, a no ser que ello se deba a nuestra torpeza de lectores o, simplemente, a tenerla olvidada. Sin embargo, sé que si leo de nuevo un pasaje de Madame Bovary de Flaubert, de Rojo y Negro de Stenhal, de Ana Karenina de Tolstoi , de La insoportable levedad del ser de Kundera, de Bomarzo de Mujica Laínez o de El hombre sin atributos de Robert Musil, encontraré algo nuevo y que ello no se deberá a mi precedente torpeza. Aunque haya llevado a cabo una excelente y atinada primera lectura de esos libros, en la segunda me espera inevitablemente algo nuevo. Lo que hace que estas novelas sean geniales e imperdurables es que tienen múltiples interpretaciones, múltiples relecturas y en cualquier tiempo y época: es decir que son universales y eternas.
Y eso es lo que sucede también con los relatos complejos y en este caso con el relato que comentamos ayer “En cualquier lugar donde parezca que esto pueda hallarse” de Murakami: que es un relato complejo que tiene múltiples lecturas y relecturas e interpretaciones; algunas incluso opuestas entre sí, y que en cada relectura descubriremos algo diferente que nos hace pensar sobre el relato pero también sobre la vida en general, sobre la literatura e incluso sobre nuestra propia existencia. Y que el gato de la literatura siempre nos acompaña.
jueves, 12 de enero de 2012
¿Pero quién demonios es BÉRÉNICE BEJO?
Me he quedado pensativo cuando leí un comentario en CAHIERS DU CINEMA: si a esta película se le da color y sonido, ¿qué queda? Claro, es verdad, pero precisamente de eso se trata.
viernes, 6 de enero de 2012
REYES MAGOS 2012: LA ILUSIÓN EN UN TIESTO DE TULIPAS DE PAPEL. 6 de enero de 2012.
domingo, 1 de enero de 2012
El viaje imaginario de SALOMÉ (Una historia a través de mis primeros cuadros). CALENDARIO para el 2012.
(Una historia a través de los primeros cuadros
de Carlos d’Ors, escrita por el artista cuarenta años después)
FEBRERO
En el centro de la plaza un tronco casi seco de higuera evocaba tiempos en los que niños harapientos trepaban por sus viejas ramas para hurtar higos maduros y frescos. Había también allí una palmera marítima, también anciana, que poseía un tronco robusto y ancho. Regalaba palmas a quien quisiera trasladarse allí el Domingo de Ramos a oír misa en la Ermita de San Cristóbal. O cualquier domingo, ya que todos son fiesta.
MARZO
Salomé cruzó la cancela de aquella casa y, a imagen y semejanza de La Samaritana bíblica, sacó agua del pozo. Pero el agua era para ella; tenía sed puesto que el calor del patio andaluz, casi tropical, le embargaba. Y el agua refrescó su boca. Y a su presencia llegó el aire marino que se respiraba antes de llegar a la playa.
ABRIL
MAYO
Descendió la escalera de caracol del ático, y vio cómo los hermanos del artista, Luis y Pablo, jugaban ensimismados al ajedrez en el porche.
JUNIO
Dejó atrás la Fachada Trasera de la Ermita con su multitud de tonos ocres, pardos y grises que daban a un huerto, donde ella cogía de niña almendrucos que tanto le gustaban de los muchos almendros que por entonces había.
AGOSTO
Pero lo hizo por el camino más largo porque quería ver la Vía férrea que tanto le gustaba con aquella vieja y oxidada locomotora abandonada fuera de sus raíles. Desde allí podía divisar el pueblo a lo lejos.
SEPTIEMBRE
En la playa todo era arena fina y olas que venían con saludos y adioses de un mar muy azul, verdoso y pardo, y con hasta prontos, porque enseguida, como arrepentidas, regresaban temerosas. Nunca se decidían: es la eterna duda de las olas.
En la playa vio cómo unas Muñecas Náufragas, llenas de brea y sin brazos, flotaban espectralmente en el mar…
NOVIEMBRE
Salomé llegó por fin al Puerto pesquero con su olor a pescado permanente. Las viejas estaban agazapadas sobre las redes. Los cargadores de muelle desayunaban después de la larga jornada nocturna. El agua estaba brillante y verdosa parda y Carlos, el hermano de Salomé, trataba de pescar entre la hilera de barcos pesqueros amarrados que dormitaban y entre los que destacaba el amarillo del Lolita.
Había además allí un colosal trasatlántico, el Yorkmaru, ahora, cubierto de hollín y en patético Desguace.
DICIEMBRE
Aguardaba Salomé que llegase un buque para zarpar imaginariamente. Y de pronto, desde el espigón que daba a la playa, divisó imponente El Buque que le aguardaba en un revuelto mar gris azul verdoso. Ella subió como única pasajera. Pero, claro, hoy no había gente ni pañuelos blancos de despedida. Y sonó la sirena de partida. El viaje fue breve; muy breve. Sólo gaviotas; sólo brisa. Sólo olor a olas.