jueves, 31 de mayo de 2012


¿PERO QUIÉN ES  MARTA CÁCERES?




Pese a no ser tan popular, una de las periodistas que más me impresionan actualmente por su profesionalidad y humildad es Marta Cáceres. Es una de las contadas y singulares periodistas que se pone humildemente al servicio del entrevistado, que estudia profundamente los temas que va a tratar para sacarles el máximo jugo y rendimiento y que hace las preguntas con gran certeza y agudeza,  aprovechando al máximo el tiempo del que dispone.

Marta Cáceres es una gran reportera y periodista radiofónica y televisiva, es licenciada en Periodismo y tiene ya una dilatada trayectoria televisiva desde que hace 20 años, en el año 1992, comenzara su carrera profesional como becaria en televisión. Nacida en Sabadell, ha estado al frente de distintos programas de información y entretenimiento, tanto en canales nacionales como autonómicos. Vinculada a TVE desde hace seis años, las últimas cuatro temporadas ha sido reportera del programa "Repor" . Anteriormente, también ha presentado programas como "Catalunya Avui" y "Gol Nord", y participado en otros tantos como "Leonart", "Memòries de la Tele", "Página 2" o el "Especial 50 años de…". Actualmente es la persona que está al frente del Programa “Para Todos” de TVE en la segunda cadena.

Marta Cáceres es la viva representante de lo que es y debe ser el periodismo de información y comunicación y un magnífico ejemplo de la nobleza y grandeza de esta profesión. Desde  mi humilde blog quiero rendir un modesto homenaje a esta gran periodista.



martes, 22 de mayo de 2012


Un amour de jeunesse, el resplandor de la pasión fogosa y ardiente de la adolescencia que nunca se apaga…

Ya he señalado en varias ocasiones que el cine francés o francófono (belga, canadiense, argelino) tiene dos modos de enfrentarse a la cámara: un registro sentimental o amoroso y un registro sociológico: de ello son prueba dos excelentes películas ahora en la cartelera, Un amour de jeunesse y Profesor Lazhar.

Hoy nos ocuparemos de la primera.   La cámara de Mia Hansen-Løve penetra en las calles de París y en la campiña del valle del Loira para captar  el amor adolescente de Camille, una chica que ama con locura a Sullivan y cuyo corazón sufrirá el primer desencanto cuando él decida irse a Latinoamérica en busca de aventura… y al poco tiempo deje de escribirla. La chica debe rehacerse y “pasar página” (como le dice su padre)… y un maduro profesor de arquitectura será quien le dé la seguridad en sí misma que necesita y el sentido a su vida. “Un amour de jeunesse” es el resplandor de esa pasión fogosa y ardiente que nunca se fue de la memoria pero que dejó un rescoldo de dolor y melancolía. Es la luz tenue de la que habla el arquitecto en sus clases, y la huella que el entorno deja en alma de quien habita un espacio.

 Del frío invierno de la ciudad pasamos al despertar de la primavera en una excursión campestre donde la luz cálida llega con la felicidad más intensa, para después evidenciar la diferente manera de vivir el amor de cada uno: posesión y exclusividad frente a autonomía y distancia, compromiso y sensibilidad frente a volubilidad e indiferencia. Atmósferas efímeras que se esfumarán con los viajes por Centroeuropa y con la estabilidad emocional de Camille, hasta que la oscuridad de la noche vuelva a invadirla con recuerdos y temores… aunque ya no es tan inocente como antes. Es el resplandor de la adolescencia, que se resiste a desaparecer.

Magnífica es la traslación cinematográfica dependencia de afectos y ambientes, pero lo más llamativo y novedoso de esta película es la profunda reflexión que se hace sobre la arquitectura como manifestación de la soledad o apertura de quien la proyecta, del vacío y de la compañía, de la luz y de la oscuridad, del resplandor de nuestras vidas  o como espejo y reflejo de un mundo individualista o solidario. Mia Hansen-Løve se interesa por los espacios y sabe reflejar con ellos una necesidad anímica de expansión, unas familias rotas y fracasadas, o un flujo de afectos que van y vienen invadiendo los compartimentos del espíritu. En su retrato adolescente hay una mirada íntima y pudorosa al alma de sus personajes, aunque no lo sea tanta a sus cuerpos, siempre desde el prisma femenino. A la directora le interesa el proceso de maduración en el tiempo y el peso de los primeros afectos, y gracias al gran trabajo interpretativo de Lola Créton consigue capturar esas emociones con total naturalidad y frescura. No hay excesos melodramáticos pero tampoco frialdad distanciadora para transmitir el sentimiento dulce y suave de unos momentos que la directora recuerda de su propia experiencia autobiográfica.

“Un amour de jeunesse” se nos presenta en cierto modo como heredera de la nouvelle vague francesa y, sobre todo, de Rohmer, intentando captar la realidad de la calle y de otra más interior. Tierna y sentimental, sensible y delicada, Un amour de jeunesse es la crónica de una maduración en el amor y el desamor, la historia de búsqueda de una libertad que Camille y Sullivan persiguen de manera distinta, la huella de unos sentimientos que eran el resplandor de adolescencia.

La película retrata el resplandor de esa pasión fogosa de la adolescencia que nunca se apaga. Porque el amor no es sólo una “enfermedad” de los adolescentes. Con los años uno puede ganar  cierta madurez (no siempre), pero la forma de sentir es siempre la misma. Lo ideal es nadar siempre hacia adelante en el río de la vida y dejar que ese río de la vida se lleve aquello que nos hace mal (el gorro de paja que le regaló Sullivan a Camille).


viernes, 4 de mayo de 2012

LAS MALAS HIERBAS, el amor fou de RESNAIS.

En “Les herbes folles” (Las malas hierbas o Las hierbas salvajes) el veteranísimo cineasta Alain RESNAIS  nos habla de vida y cine, utilizando ambos lenguajes indisolublemente: la rutina de la vida puede provocar y convulsionar la manera de verla, y, en su caso, de rodarla. También puede ser el motivo por el que el cineasta realice una adaptación literaria (L’incident de Christian Gailly) como mirada cinematográfica mediante un juego de interrogantes e incertidumbre en lo cotidiano.
Una serie de “catastróficas desdichas”: un robo de un bolso, filmado como si fuera el vuelo de un avión, suspendido en el aire, o el encuentro con esa billetera por parte de un sesentón: un romántico y surreal thriller. Pero la cotidianidad transgredida empapa una serie de encuentros y desencuentros de unos personajes atrapados en un destino que desconocen: son meras hierbas (hierbas locas y salvajes) que crecen en el duro asfalto y con el futuro 
incierto del vivir  cotidiano.

Un hombre, Georges Palet (André Dussolier), sesentón, aunque casado, un solitario obsesivo del amor. Tres mujeres: Una pelirroja mujer, Marguerite Muir (Sabine Azema), también sesentona, dentista y aviadora (el amor loco que no se resigna a ser platónico). Una esposa guapa y mucho más joven, Suzanne (
Anne Consigny), abnegada y comprensiva  (el matrimonio). Una amiga fiel Josépha (Emmanuelle Devos), también dentista, sensual y deseada (el amor erótico).  Una cartera roja. Un comprensivo policía (Mathieu Amalric). Las avionetas. El cinema. El teléfono. Las hierbas, las hierbas locas.  El amor fou para matar la soledad y el aburrimiento burgués. Oh, la, la… Los comportamientos parecen absurdos, ilógicos, pero son mucho más reales de lo que parece. Muchas veces el ser humano no actúa ló-gi-ca-men-te sino
psico-lógicamente.
Qué placer visual es el cine: las piernas de los transeúntes que andan por el asfalto, un zapato que encaja en un delicado pie femenino, un bolso que vuela por los aires, la brocha de límpido color azul que se desliza por la fachada de la casa, la cremallera de una bragueta que no cierra, los malabarismos de una avioneta en el cielo… Una nueva (al tiempo que antigua o vieja) manera de contar del viejo Resnais. ¿Una vieja manera? O sea: un clásico. Vive le cinema français. Sírvame un poquito más de cine francés (Renoir (“Boudu salvado de las aguas”), Godard (“Al final de la escapada”), Truffaut (“Besos robados”), Tati (“Play Time”), Rohmer (“Le genou de Claire”) y... ahora, este Resnais. Muy rico todo. Merçi beaucoup. Chef d’oeuvre.