domingo, 4 de diciembre de 2011

NOSTALGIA DE "LA PEQUEÑA LULÚ". Reflexiones.

"LA PEQUEÑA LULÚ" era el tebeo que a mí me gustaba más curiosamente en mi juventud (alrededor de los 25 años) y que compraba con avidez y leía con mucho deleite en los años 1976 y 1977. En mi infancia fue primero "TINTÍN" muy por encima de todos (aunque fue mi hermano Juan d'Ors el que me arrebató la primacía del entusiasmo y amor por Tintín), y también, "AMUCA" y luego, CAPITÁN TRUENO" y "JABATO" y en mi adolescencia "JULIETA JONES". Luego aunque ya con menos entusiasmo vinieron "MAFALDA" y "CARLITOS". Nunca fui entusiasta de ASTÉRIX ni de MORTADELO Y FILEMÓN. Y nada del cómic americano (salvo "La pequeña Lulú") ni menos del cómic underground.





La pequeña Lulú es un personaje de historieta, creado en 1935 por Marjorie Henderson Buell, conocida como "Marge", y posteriormente adaptado a dibujos animados. Empezó siendo una viñeta gráfica, pero sus historias fueron publicadas en una revista semanal desde 1945, cuando obtuvo su propia historieta en los Estados Unidos, cortesía del dibujante John Stanley, que retomó a Lulú, la rediseñó (en parte) y la adaptó a historieta larga luego de que Marge optara por hacer un humor más adulto en sus tiras cómicas.


Lulú (de 10 Años) es la protagonista. Es una niña peinada con trenzas, muy simpática, aunque a veces muy traviesa, tiene una personalidad alegre y dinámica, además de tener un cierto grado de sentido común. Sus padres insisten en que aprenda a tocar el piano.
Marta Mota y Jorge Mota: mamá y papá de Lulú.
Tobi Tapia: (10 Años) Niño gordo con sombrero de marinero, es el líder del grupo de niños que tiene en su club, cuyo lema está escrito en la pared exterior de madera: No se admiten mujeres. Sin embargo, Tobi y Lulú se ayudan en ciertos momentos y, de hecho, pueden considerarse amigos, aunque hay ocasiones en que son grandes enemigos. A Tobi le gusta Gloria, pero se cree que esta más enamorado de Lulú, aunque nunca lo vaya a admitir. Sus papás lo obligan a estudiar el violín. En ocasiones asume una actitud detectivesca para resolver pequeños embrollos en la casa de Lulú, llamándose a sí mismo "La Araña", de donde viene la frase popular "Este es un caso para La Araña"; por lo general, aunque no siempre, al final el responsable suele ser el papá de Lulú, a quien considera en esta faceta "el enemigo público número uno".
Fito (Alias A.J.): (10 Años) Fiel amigo de Tobi. Se caracteriza por tener la cabeza rapada, por ser un poco más pequeño de estatura que sus amigos del club y por su personalidad un tanto caótica en su modo de ser, pues en ocasiones cambia de temperamento rápidamente.
Anita: (10 Años) Fiel amiga de Lulú y hermana de Fito, también -al igual que Fito en relación a Tobi- un poco más baja de estatura que Lulú. Es un poco más descuidada, con más mal genio y pendenciera que Lulú y posee una personalidad observadora. Tiene dientes prominentes que le dan aspecto de niña roedora.
Pepe del Salto: (11 Años y 5 Meses) Niño rubio, rico, muy superficial y engañoso, del cual están enamoradas casi todas las niñas, y a veces Lulú también. En ocasiones sus acciones pueden traerle consecuencias un tanto malas. En la historieta no forma parte del club de Tobi, a pesar de sus repetidos esfuerzos en ese sentido.
Gloria: (10 Años) Niña rubia y guapa, también muy superficial, gran amiga de Pepe (se rumorea que ella y Pepe son novios). Casi todos los niños del vecindario están enamorados de ella. y
Memo: (5 Años) Pequeño vecino de Lulú, muy travieso y caprichoso, que le da muchas contrariedades a su mamá con sus diabluras. Lulú suele contar cuentos a Memo inventados por ella misma con su portentosa imaginación.

Si volviese a leerlo, ¿me gustaría tanto como antaño? No sé. En cualquier caso, siento NOSTALGIA de "LA PEQUEÑA LULÚ".

martes, 22 de noviembre de 2011

LA SUPUESTA "ANTIPATÍA" DE EUGENIO d'ORS.


Eugenio d'Ors, en el centro de la foto, disfrazado de Goethe, en casa de Aurora Lezcano, en Madrid en el comienzo de los años cuarenta.

Lo de que Eugenio d'Ors era un hombre antipático es un infundio que se ha extendido (seguramente procedente de Josep Pla, entre otros) a mi modo de ver con total injusticia. Tal vez no se comprenda bien su compleja y poderosa personalidad.

Yo afirmo que Eugenio d’Ors no era para nada un hombre antipático; más bien, al contrario: era un hombre profundamente sociable y amigable. Lo prueban sus cartas y fotos que demuestran que tuvo muchos amigos a lo largo de su vida y participó en numerosas tertulias. Era un hombre sencillo pero que reivindicaba el esfuerzo, la creatividad y la aristocracia de la inteligencia y de la cultura, no la del vivir.

Lo que ocurre es que era un hombre irónico y “que nadaba contra corriente” y luchaba contra los tópicos y convencionalismos de la gente. Tal vez fuera también por decirlo así "poco diplomático" y “poco correcto políticamente hablando” y nada "acomodaticio" a las modas y "a los poderes políticos y a las fuerzas vivas". Yun luchador nato "contra el mal gusto".

Y naturalmente, antidemocrático: más cercano a lo jerárquico de la autoría que a lo democrático del vulgo. Que es bien distinto. Y esa ideología puede hacerle parecer "antipático".

viernes, 18 de noviembre de 2011

TRESEDITORES, un hito en la bibliografía de la ilustración.




TRESEDITORES ha supuesto todo un hito en la bibliografía de la ilustración actual.


Treseditores (Mauricio d'Ors, Adriana Huarte y Carmen Ballvé) es un sello editorial que ha apostado por el librito ilustrado, siempre a dos tintas, sin texto, sobre lugares emblemáticos de España, de momento (la Plaza de Cibeles, El Rastro, La Gran Vía, el Museo del Prado, la Plaza de Oriente, en Madrid y, ahora va a salir publicado, el Museo Thyssen; o la Plaza de Toros de La Maestranza, de Sevilla, o el Parc Güell y La Sagrada Familia, en Barcelona) de pequeño formato cuadrado (16x16) e imagen circular de cubierta. Para estos libritos ha incorporado un equipo con los mejores ilustradores españoles actuales: Juan Berrio, Arturo Redondo, Alfredo, Enrique Flores, Miguel Navía, Javier Zabala, Jorge Arranz, Lapin, Sonia Pulido y varios más que irán dándonos cuenta de su maestría de ilustradores...), y dando así a luz verdaderas joyas bibliográficas como El Rastro (de Alfredo), La Gran Vía (de Miguel Navía), La Maestranza (de Arturo Redondo), La Sagrada Familia (de Lapin), el Parc Güell (de Sonia Pulido), el Museo Thyssen (de Jorge Arranz) o La Plaza de Oriente (de Juan Berrio).


Mirar para sentir estos lugares como inolvidables souvenires del dibujo y del arte con el personal estilo de sus ilustradores.

domingo, 13 de noviembre de 2011

¿Pero quién demonios es... SARA MORANTE?





















SARA MORANTE (Torrelavega, Cantabria, 1976) es una de las más grandes ilustradoras en la actualidad. A pesar de dibujar desde pequeña, tal vez la consagración de su arte le haya llegado este año 2011 con sus 35 años de edad. Los cinco libros que ha ilustrado en estos últimos meses así lo atestiguan y son cinco obras maestras de la ilustración: La hija del cazador, de Pilar Adón (Ed. La Bella Varsovia), el Diccionario de literatura para snobs, de Fabrice Gaignault, (Editorial Impedimenta), el poemario Señal de Raúl Vacas Polo (Editorial Mundanalrüido), La flor roja de Vsevolod Garshin, (Ed. Nevsky Prospects), verdadera joya de la ilustración, y, por último, esa maravilla que son las ilustraciones para Los zapatos rojos, de Hans Christian Andersen (otra vez para la Editorial Impedimenta).
Sara Morante ha dibujado toda su vida y uno de los regalos que recuerda con más cariño fue a los cinco años, en una Nochebuena, una libreta de dibujo, lápices y una goma de borrar. Su madre solía contar que Sara de pequeña era perezosa y no quería aprender a leer porque decía que "mirando los dibujos ya le servía para entender la historia”. Con 10 años ilustraba hasta los deberes de matemáticas y sus comentarios de texto siempre llevaban portadas dibujadas por ella. Pero le costó decidirse y dedicarse profesionalmente a la ilustración (estuvo trabajando como administrativa durante 10 años), aunque siempre estuvo vinculada al arte, bien formándose o bien realizando proyectos personales. Finalmente fue un profesor suyo de litografía quien le inclinó y le descubrió su vocación.
El impulso de crear ilustraciones es para Sara una inquietud, una necesidad imperiosa de dar rienda suelta a su imaginación. Utiliza sólo dos colores: el rojo y el negro, y sus variantes de matiz. Eso se debe a su experiencia con la litografía y la necesidad de economizar las tintas, si bien la utilización sólo de estos dos colores le ayuda a concretar y esencializar, y le permite recrearse en texturas y otros ornamentos, dejando que el color rojo resalte aquellas partes que conviene destacar del resto. El rojo es para la artista el color perfecto; es el color de la sangre, allá donde esté la sangre: desde el rubor de unas mejillas, el rojo de unos labios, la sangre de una herida o el rojo del corazón en el sentimiento. Aunque dice admirar a artistas como Toulouse-Lautrec o Egon Schiele, sus fuentes inspiradoras pertenecen, según la propia ilustradora, más a un amplio espectro de imágenes de artistas e ilustradores “anónimos” de grabados o aguadas sobre seda japoneses, en los retablos medievales, en los códices árabes, en los carteles modernistas, de tikets de guardarropías o zapateros, de postales, en etiquetas de café antiguas, en vitolas de puros… .
Las ilustraciones de Sara Morante representan una manera trascendente de mirar al mundo y mirar las historias que ilustra, de ver lo que sucede en las historias de los libros como ella las ve y le gustaría que las vieran los demás, recreándolas con su estilo personal e inconfundible y extendiendo con estas ilustraciones el placer de una lectura más allá del libro, metamorfoseando y metaforizando las imágenes que representan estos dibujos. En sus ilustraciones se vislumbra cierto componente de inquietud en lo que pasa o se representa, de extraña pesadilla casi onírica que dotan a sus ilustraciones de un aire surrealista evocando a Delvaux, a Magritte o a Frida Kahlo, e incluso a Ops, aunque en su ingenuidad nos hagan pensar lejanamente en Rosseau, “el Aduanero”.


viernes, 11 de noviembre de 2011

CHARLOTTE PLAYER y el irresistible encanto de sus fotos de caballos y juventud gitana irlandesa.

Llenas de encanto son las fotografías de la exposición Gipys Gold en la Sala Patio Valverde, 30 de Madrid que se inauguró el pasado jueves día 10 de noviembre de la joven y notable fotógrafa irlandesa Charlotte Player. Sus fotos en blanco y negro respiran un de aire de familia en domingo o de vacaciones en las que jóvenes mujeres, muchachos o niños montan en caballos, yeguas, carros o poneys sobre ríos, caminos, campos, carreteras o en ferias de pueblos y aldeas con un irrresistible encanto de fotos de los años cincuenta o sesenta.





















































El encanto de estas bellas fotografías reside en que, aunque sus modelos- jóvenes gitanos rubios irlandeses, muchachas y muchachos, algunos niños también- posan para la fotógrafa, las fotos tienen paradójicamente un aire antiguo de ingenua espontaneidad y, son tan vivas que, a pesar de ser en blanco y negro, nos olvidamos al contemplarlas con deleite de este aspecto. Incluso algunos de estos caballos evocan en su postura al Velázquez de El Conde Duque de Olivares a caballo. Charlotte Player nos ha traído a estas jóvenes muchachas y muchachos adolescentes y niños gitanos rubios trashumantes hasta aquí ofreciéndonoslos en la montura y el trote de sus caballos en sus maravillosas fotos". Preciosa exposición.

























viernes, 4 de noviembre de 2011

A vueltas con RITA GLYNDAWOOD: Homenaje.




Todos los días me desayuno con los diseños, collages, vestidos y "artísticas ocurrencias" de Rita GLYNDAWOOD. Y ese hambre de lanzarse al mundo, cual Mary Poppins de hoy, con alegría, colores y explosiva imaginación me penetra y me llena de ilusión, color y vida. Hoy, día 4 de noviembre, mi santo, San Carlos Borromeo, quiero rendir un Homenaje a esta mujer a la que admiro aunque no conozco. Gracias por tu arte, Rita.






Un rendido admirador.

jueves, 3 de noviembre de 2011

TÍMIDOS ANÓNIMOS, humor blanco y candoroso encanto en un romance amoroso de dos tímidos chocolateros.

Rodada con aire de fábula sobre la timidez casi decimonónica, la película Tímidos Anónimos se desarrolla en torno al azaroso periplo de dos tímidos chocolateros y su historia de amor. La propuesta del talentoso director Jean-Pierre Améris acuña ese modelo de sentimentalismo cómico bastante ingenuo pero encantador (lo veíamos en la reciente y estupenda también Silencio de Amor) tan en boga ahora y siempre en el cine francés.






"Tímidos anónimos" es una comedia romántica a su manera porque la sostienen dos individuos inadaptados, dos amantes excéntricos y asociales con problemas de comunicación extremadamente básicos que se comprenden por eso. En torno a estos dos personajes singulares construye Jean Pierre Améris la dinámica causa-efecto del film rompiendo moldes: no en vano las situaciones que alimentan el romance, los avatares sentimentales que conducen al previsible éxtasis amoroso son cualquier cosa menos lo que entendemos por “románticas”. La originalidad de esta película reside en la pintoresca naturaleza de extrema timidez de los enamorados.Y ése es el secreto de esta encantadora comedia: la química de dos estupendos actores, Poelvoorde e Isabelle Carré muy metidos en su papel, magistrales en sus respectivos personajes. En tono amable e ingenuo, con un humor blanco muy francés con buenas dosis de encanto, Tímidos anónimos te toca la fibra del sentimiento humano por la imperfección crónica de sus protagonistas, por la humanidad quebradiza y neurótica de dos amantes con los que te identificas sin esfuerzo. Es esa empatía entre el dúo protagonista y el espectador la carta mejor jugada por Améris. El encanto reside en la sencillez de la historia, diríamos que infantil conducta en ocasiones (los sucesivas cambios de camisa del protagonista Jean René en el restaurante Delicatessen, los episodios en el hotel de Rouen con empapado de lluvia incluida, o ese final de la película, con la escapada de los novios de la iglesia en que van a casarse corriendo por la infinita carretera) así lo demuestran. Améris concilia amable candor y olfato comercial de manera magistral.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

CARLOS SAENZ DE TEJADA triunfa en la pasarela del MUSEO ABC.


El París de los años treinta y la elegancia de la moda es lo que Carlos Sáenz de Tejada dibuja y protagoniza con espléndido “glamour” y refinada elegancia en los más de trescientos dibujos que se exponen en la pasarela de la gran exposición con la que el Museo ABC de Dibujo e Ilustración celebra su primer aniversario: un fascinante recorrido por el lujo, la elegancia y la sofisticación del exquisito trabajo de este corresponsal del dibujo gráfico.
La mujer que encuentra Sáenz de Tejada en París tiene mucho de femme fatale. Fuma, hace deporte, va a cócteles y a fiestas, sus faldas se acortan, su melena también... Desaparecen las curvas. Triunfa la androginia y la esbeltez. Es una nueva mujer delgada y estilizada que reivindica su papel más allá de fiel y abnegada esposa y madre. Pero el crack del 29 oscurece ese París multicolor. Con los treinta nace una nueva femineidad. La mujer se apodera del pantalón, no falta en su armario el little black dress (el socorrido vestido negro), vuelven a alargarse las faldas, la cintura recupera su sitio, se ensanchan los hombros, se estrechan las caderas y se destapa la espalda, bronceada gracias a los nuevos trajes de baño y nuevo icono erótico. La moda se democratiza y con ello la seda deja espacio al raso. Lo sintético entra en nuestras vidas.
Y en los salones de moda más selectos de París es habitual la presencia de Carlos Sáenz de Tejada. Es uno de los nombres propios más destacados de la Colección ABC: atesora entre sus fondos más de 900 dibujos, de los que 775 son de moda. Una selección de tres centenares de ellos, además de piezas que generosamente ha cedido en depósito al Museo ABC la familia Sáenz de Tejada. A partir de 1931, sus diseños ilustraron semanalmente las páginas de ABC y Blanco y Negro, que daban buena cuenta de las novedades de los talleres de costura parisinos. Pero también colaboraba en importantes revistas internacionales como «Vogue», «Jardin des Modes», «Femina», «Harper's Bazaar», «Ladie's Home Journal»...
Por sus páginas desfilan las sosies (antecedentes de las actuales top models): mujeres lánguidas, altas, estilizadísimas (¿una talla 36?), luciendo trajes de Vionnet, Lanvin, Worth, Paquin, Patou, Chanel o Schiaparelli; sombreros de Suzanne Talbot, Le Monnier o Caroline Rebout, y lencería de Lucien Lelong o Cadolle. Muchos años antes de que se hablara del front row(selecta primera fila en los desfiles por la que muchos matarían por estar), Sáenz de Tejada ya era testigo privilegiado en los salones de costura de París. Hace maravillosos dibujos en tinta china, grafito, gouache o acuarela sobre cartulina de las modelos que ha visto desfilando. Pero él quiere contarnos una historia. Para ello las sitúa en magistrales composiciones en las más diversas escenografías: en la playa, en cacerías, haciendo deporte, montando a caballo, en fiestas, acompañadas muchas veces de aristocráticos perros... Su trabajo tiene mucho de cinematográfico.
Hace 80 años, nuestras abuelas vieron estos dibujos en ABC y Blanco y Negro. Ahora vuelven a ver la luz. Es la primera vez que se exponen estos originales. Llama la atención su perfecto estado de conservación. Viéndolos de cerca se aprecia lo minucioso que era en su trabajo: cada detalle, cada adorno, cada minuciosa y sutil pincelada. Muchos de estos dibujos —distribuidos entre paredes, vitrinas y tableros azules (a lo tableros de costura) sobre caballetes— tienen anotaciones del propio Sáenz de Tejada. Junto a algunos, en blanco y negro, vemos pruebas de color que él mandaba a las publicaciones para que se colorearan en imprenta. Y, como en todo desfile que se precie, pone la guinda la novia. Se cierra esta espléndida exposición con una selección de vestidos de novia.

Fascinante exposición que es obligatorio ver para dibujantes e ilustradores, para todas las mujeres y para los amantes de la moda, y que reivindica a uno de los mejores dibujantes del siglo XX.

martes, 1 de noviembre de 2011

Un paraíso reencontrado de la elegancia y del glamour en el vestir: Yves Saint Laurent.



La "glamourosa" Virginia Silva Zavaleta visitando la gran exposición en la FUNDACIÓN MAPFRE del "glamouroso" Yves Saint Laurent.

La retrospectiva del artista y diseñador Yves Saint Laurent propone una visión completa de 40 años de creación que resumen 150 modelos de alta costura y prèt-a-porter, además de 80 dibujos, fotografías y películas. La Fundación Mapfre presenta esta exposición en colaboración con Fondation Pierre Bergè-Yves Saint Laurent.


La muestra presenta cronológicamente la evolución del diseñador desde sus comienzos en Dior con la famosa colección Trapèze hasta el esplendor de sus trajes de noche con un apoteosis de colores y de creaciones que ubican su obra en el presente. Los fundamentos del estilo de Yves Saint Laurent están presentes en la exposición. Fue el primer diseñador en querer vestir a la gente de la calle, pero también la "la misteriosa mujer de nuestros sueños", por ejemplo, la misteriosa e inquietante Catherine Deneuve de "Belle de jour". Su particular proceso creativo puede contemplarse en esta exposición a través de bocetos y dibujos realizados a mano por el artista antes de abordar todos los pasos que permiten la ejecución final de cada modelo y los trozos de tela con sus texturas y colores correspondientes. Fascinante exposición. Un montaje deslumbrante que culmina con la sala de "El último Baile " al son de música de ópera y un impresionante panel en rojo y negro del fotograma del baile en El gatopardo viscontiano. ¡Un paraíso reencontrado de la elegancia y del glamour en el vestir!¡Genial YVES!

domingo, 30 de octubre de 2011

RITA GLYNDAWOOD.¿Pero quién demonios es Rita Glyndawood?





Rita Gyndawood es una diseñadora especial que hace sentirse única a las mujeres a las que viste a través de sus diseños: tanto es así, que el vestido que hace para cualquier mujer recibe su propio nombre. ¿Qué puede haber más exclusivo que eso? Incluso hace trajes de novia. Se convierte en tu amiga, te aconseja de forma sincera, busca los colores que mejor te sientan y todo ello con materiales de primera calidad y tejidos naturales: seda, tul, aplicaciones de bordados y pedrería, todos ellos están "llenos de belleza, suavidad, encanto y elegancia" y “glamour”, mucho “glamour”. Todo hecho a mano, como auténtica artesanía, o mejor aún, como alta costura.
Rita vive desde hace tiempo en Madrid, danzando entre telas y colores, siguiendo su sueño de artista y creadora de moda.

Su facebook es fascinante. Si lo visitas, encontrarás imágenes de sus vestidos, ideas de collages o fotos que inspiran su día a día. Merece la pena porque todos los días actualiza con vídeos o imágenes relacionadas con todo su universo: canciones, películas, adelantos de nuevos trajes... Un universo delirantemente atractivo. Una genial RITA GLYNDAWOOD que se renueva cada día.

jueves, 27 de octubre de 2011

JOSÉ LUIS GUERIN, el "Eterno Femenino" y "Sijé".




José Luis Guerin, el gran cineasta catalán, siguiendo subconscientemente la tradición noucentista de la "Galería de las Catalanas Hermosas" ( María Gay, Úrsula Matas, Teresa Baladia, Mercedes Craspar, María Pérez-Peix, Mercedes Nicolau) de los Josep Pijoan y Eugeni d'Ors, ha buscado ei ideal del "Eterno Femenino" en sus últimas búsquedas cinematográficas de películas y experimentos de imagen en sus montajes fotosecuenciales: "En la ciudad de Silvia", "Las mujeres que no conocemos" "La Dama de Corinto". Ahora en su búsqueda incansable de "La Arcadia y lo arcádico", se ha topado de repente con un guión sobre la novela Sijé de Eugeni d'Ors: Sijé es una sirenita mediterránea que, como en unas vacaciones, aparece y desaparece entre pueblos de la costa ligur y aromas de la Riviera hasta Venecia, y que representa el símbolo del "Eterno Femenino" en lo fluyente y lo efímero como reverso de lo eterno y permanente de La Bien Plantada. ¿Quedará José Luis Guerin atrapado cinematográficamente por los cantos de sirena de Sijé, como quedan atrapados el coro de hombres que cortejan a la sirenita en la novela?...

jueves, 20 de octubre de 2011

CITA EN BRAY o la fascinación por un cineasta sublime: André DELVAUX.



"CITA EN BRAY" de André Delvaux.
Una vez que vi esta película, hace ya cuarenta años, creo recordar que en el cine Palace de Madrid, a veces me parece –pese a no haber vuelto a verla- estar viéndola de nuevo, viviéndola a menudo: tal es su fascinación o la que a mí me produjo.
Apenas hora y media bastan para contar una historia que parece compleja por su interdimensionalidad evocadora y simbólica, pero que es más sencilla que la vida consciente: Durante la I Guerra Mundial, Julien (Mathieu Carriere), un joven pianista luxemburgués es invitado a pasar dos días en una mansión campestre en La Fougeraie, una villa en los suburbios de París. El amigo al que espera, Jacques de Nouil (Roger van Hool, oficial de aviación en la guerra, no aparece en la cita, pero le recibe en cambio la hermosa y misteriosa Elle (Anna Karina), el ama de La Fougeraie y le ocurren toda una serie de extrañas aventuras eróticas.. La espera le hace pasar la tarde recordando algunas vivencias del pasado compartidas con su amigo solo o en compañía de la amiga de Jacques, Odile (Bulle Ogier), bonita aunque algo vulgar, a la que también se la llevó el viento… En la película, la amistad entre Jacques y Julien se ve completada con el añadido del personaje de Odile, que hace de catalizador entre ambos, una mujer opuesta a la que Julien encontrará en La Fougeraie. La primera es una mujer simple, como el propio Julien e incluso un poco vulgar. Elle, la mujer que Julien encuentra en la villa en vez de a su amigo, es más cercana al carácter y a las costumbres de Jacques, con la que Julien tendrá una experiencia psíquica pura. Su encuentro por una jornada es una ceremonia mística de redención (aunque revestida en la película con toques eróticos, sin duda una metáfora de las cosas descuidadas o no dichas). En palabras de Delvaux: “Cest comme cela que le film s´est costruit: deux femmes, deux hommes, deux formes d´amour.
La música sería aparentemente el elemento principal de la película, y desde luego, su fondo, música casi siempre diégetica, es decir, que suena en la realidad de la película. También para Delvaux este es un film musical. Y la película parece más hecha de formas musicales (estructuras) que de formas narrativas. Por otra parte, no se trata de una narración que incluye partes oníricas a partir tiempo pasado, sino que el visionado de esta puede producir el efecto de un sueño. De nuevo en palabras de director, la película: “es una historia de amor y una historia de amistad que se puede seguir hasta el final sin plantearse otras cuestiones si no se quiere plantearlas.”
Delvaux elige una historia reductiva y de tintes intimistas. Así, en su puesta en escena, puede concentrar sus esfuerzos y enseñar sus armas: Dirección de actores que exaspera hasta en el movimiento de un dedo, belleza y verdad en los decorados, perfección técnica en la ejecución del cuadro visual… etc. Delvaux opta por largos planos de movimientos fluidos; una fotografía atmosférica, casi fantasmal, atenta a la creación de los ambientes enrarecidos, a partir del diseño de producción, a partir del detalle a todo lo sensorial (la música, la comida de escena, incluso el tacto de las telas), según una obsesión cinematográfica de raíz escandinava (pensemos en Bergman o en Dreyer).Es la partitura, no el guión, la que organiza estructuralmente el metraje. Música y cine parecen fundirse en una nueva entidad expresiva.Y es que, entrando en detalles en cuanto a la cuestión narrativa, el film se organiza musicalmente siguiendo un motivo principal (presente) alternándose con constantes flashbacks en compás como líneas secundarias que se insertan periódicas en el ritmo. De esa forma, tenemos acceso a una serie de remembranzas en primera persona que surgen con la inconsistencia de los recuerdos a partir de las acciones, los colores, suponemos que los olores, etc. Recuerdos del protagonista que quiebran la linealidad temporal del metraje insertándose sincopados.
Aunque se resista a la concreción de una sinopsis o un resumen, porque es un espectro confidente de pasados y simbólicas intenciones, he ahí una aproximada explicación argumental:
Trata, ya lo dice el título, de una cita que no llega. De un personaje invitado a una casa de campo esperando al amigo propietario. Del pasado que se vierte en fogonazos de imágenes de felicidad y amistad en esa espera. De la relación entre los dos sujetos, su amistad y su rivalidad: una mujer entre ellos.Trata de Elle, en última instancia, la criada. No sabemos nada de esa mujer. Aparición entallada de candil pálido y melena azabache; aparición joven que deambula por la mansión y sirve la cena. Pero está ahí por algo, debemos pensar. Joven y bella. Repleta de evasivas que no explican la ausencia.Y el pasado interpreta, de nuevo, el misterio del presente. Igual que la música pretende modular el tiempo y el espacio. Un amigo, una cita: nos dice el ahora. Una ausencia inexplicable, una espera y una noche. Y una criada solícita. Y luego, cuando los periódicos insinúan la verdad de esa cita fracasada, un regreso a Bray.
Lo sublime es lo que fascina en este film:
Cita en Bray es una película fascinante aunque sólo sea para el espectador que vea la belleza y la idoneidad de las cosas mágicas, que es ya bastante. Y ha quedado como uno de los hitos mágicos del cine de todos los tiempos que, cuando se contempla, se ama como todo lo sublime: una película que permanece para siempre tras su mágica visión evocadora.

jueves, 13 de octubre de 2011

Creatividad e Imaginación creadora de un genial actor de teatro: QUIQUE FERNÁNDEZ.


Es la creatividad un don divino por excelencia de cualquier actividad artística. Los buenos actores de teatro se dividen en grandes profesionales y grandes creativos. Son éstos los que nos hacen conmover y que se produzca en nosotros esa catarsis sensitiva. Su imaginación hace que puedan hacernos ver lo que los ojos no perciben en el escenario, escuchar lo que los oídos no oyen y experimentar lo que el corazón del personaje y del actor en el momento de interpretar siente.

Solamente el gran actor quisiera que el escenario fuera tan estrecho como la cuerda de un equilibrista a fin de que nadie ose pisarlo, porque ése es su espacio, del que es dueño y sólo a través de su interpretación nos lo hará pisar y traspasar.

El yo del actor creativo sabe que todo es una fantasía, que los estímulos son imaginarios, que el texto es creado por él en el momento de interpretarlo. Observar con atención los sucesos que ocurren a nuestro alrededor y poder apreciar hasta en las cosas más pequeñas los placeres y sinsabores del vivir cotidiano hace que la observación sea uno de los elementos más importantes para el actor creativo. Es esa capacidad del actor creativo para sentir emociones y comunicárnoslas en el escenario y para hacer vibrar nuestras fibras sensibles lo que hace que, al ser activadas, despierten en nosotros nuestros sentimientos más profundos que se encuentran en el alma. Este conjunto de sentimientos (como el amor, la frustración, el odio, etc.) serán la materia prima del actor para dar vida a sus personajes.Y eso es lo que pudimos disfrutar ayer noche, día 12 de octubre, en la Sala Mirto de Madrid gracias a la magia de ese genial actor creativo argentino que es Quique Fernández y su emblemática y conmovedora obra propia del drama de un boxeador “El guante y la piedra”: Un único actor, un cubo de agua y unos metros de parquet en donde se mueve, boxea, baila el tango y hasta se enamora de Justine, una despampanante francesa. Eso es el TEATRO, con mayúsculas.

REINVIDICACIÓN DEL CINE FRANCÉS: "STELLA" y "SILENCIO DE AMOR"

REINVIDICACIÓN DEL CINE FRANCÉS: "STELLA" y "SILENCIO DE AMOR"






SILENCIO DE AMOR



STELLA






Siempre he sido y seguiré siendo un gran defensor y amante del cine francés. El espíritu francés y lo que puede denominarse lo francés están muy en consonancia con el cine y lo cinematográfico. No olvidemos que el cine nació con los hermanos Lumiére, con Georges Mélies y con Abel Gance y que algunos de los más grandes artistas del arte cinematográfico son franceses: Renoir, René Claire, Clouzot, Bresson, Truffaut, Godard, Rohmer, Melville, Resnais, Chabrol, Rivette, Tati, Pierre Etaix,Sautet, Leconte, Techiné... .

Si bien es verdad que, dentro del cine europeo, el cine francés carece de la elegancia formal del cine británico, de la expresividad expresionista del cine alemán, del sociologismo político o histórico del cine ruso, del sentimentalismo nostálgico del cine italiano, o del trascendentalismo psicológico del cine sueco, no es menos cierto que sí posee en dosis proporcionadas algo de todos estos ingredientes y, sobre todo, siempre está dotado de un buen gusto, una mesura y contención (sin desmadrarse nunca), no dejándose llevar por el mal gusto, la chabacanería y la ordinariez en que a veces cae el cine español e italiano, por ejemplo.

Por otro lado, otra de las características del cine francés, además del buen gusto y la mesura, es un cierto barniz de benevolencia y amabilidad en que se bañan o impregnan sus grandes películas representativas que hace que hasta los temas más crudos o dramáticos se vean con agrado y tranquila complacencia.

Dentro de las numerosas vías o líneas que ha desarrollado el cine francés en este siglo de existencia, las dos vías a mi entender más características son: la vía más cruda, realista y social, por un lado, y la más amable, idealista y romántica, por el otro. Ello viene a cuento del estreno en las últimas semanas de dos magníficas películas que son muy representativas de ambas tendencias: STELLA, dentro de la primera tendencia, y SILENCIO DE AMOR que se inscribe claramente como representativa de la segunda vía.

viernes, 16 de septiembre de 2011

EN BUSCA DE UN TÍTULO: Sobre el cuadro "Estudio para "Function-Curves Brown-Greenish" de George Vantongerloo.





En busca de un título de un cuadro abstracto:

Ayer asistí junto con mi hijo Santiago d'Ors Silva, futuro gran escritor con el curioso seudónimo de "Yago Vâsil" , a la inauguración de la temporada de exposiciones de la Galería Guillermo de Osma, de mi amigo Guillermo, uno de los más exquisitos "gourmets" de arte que conozco, con la estupenda muestra "Construyendo UTOPÍAS (de DE STIJL a la NEW BAUHAUS). Entre las magníficas obras de Willi Baumeister, Klee, Torres García, Moholy-Nagy, Brancusi, etc., nos detuvimos particularmente y, por azar, en la obra "Estudio para "Function-Curves Brown-Greenish" del belga Vantongerloo, perteneciente al movimiento artístico DE STIJL.

Se nos ocurrió la idea de un experimento literario-artístico que consistía en buscar un título para otorgárselo a esta obra en cuestión que se nos ocurriese y que (más o menos) se ajustase al cuadro; es decir, qué título le daríamos nosotros a la obra. He aquí una lista de algunos de los títulos propuestos y venidos a nuestra imaginación: Reflejos de un puente al atardecer; Sonrisas de verano; La sonrisa de un niño; Curvas de mujer; Párpados seductores; En busca del semicírculo; "Ondas"; En busca de la media naranja; Al saltar la comba; La juguetona cola del gato; Impresiones: soles de Oriente; Barquichuelas...

domingo, 11 de septiembre de 2011

LA LUZ DE UNA BODA MARAVILLOSA, celebrada el 9 de septiembre de 2011.






El pasado día 9 de septiembre de 2011 nuestra familia celebró la BODA de mi hermano Luis d’Ors con Isis Abellán, una bella y dulce mujer. La boda se celebró en el SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LA FUENSANTA en Murcia, uno de los lugares más emblemáticos, bellos y luminosos para celebrar esta sagrada unión.
La BODA fue maravillosa y llena de esplendorosa LUZ. LUZ en el rostro feliz e ilusionado de los contrayentes. LUZ en el bellísimo vestido blanco, velo y larguísima cola de la novia y en el luminoso ramo de rosas blancas. LUZ en la soleada tarde murciana a los pies del santuario y en el dorado y florido interior barroco. LUZ y sonrisa permanente en los invitados de novia y novio. LUZ en el rostro emocionado del hermano sacerdote del novio, Pablo, que esperaba pacientemente en el altar la llegada de los novios. LUZ en las caras emocionadas de Esperanza, la madrina y José, el padrino. LUZ en el organista que esperaba impaciente la orden de tocar. LUZ en los rostros de los hermanos, Mauricio, Carlos, Alfonso y Juan que esperaban nerviosos para cantar el bellísimo villancico del siglo XV de Michael Praetorius “Es ist ein Ros entsprungen”. LUZ dulce en el rostro de una flor, Rosa, la madre de la novia. LUZ en la celestial homilía del sacerdote Pablo. LUZ y claridad en las voces de Ainhoa y Mónica que hicieron las lecturas y las preces. LUZ en el emocionado canto tembloroso de Carmen, la abuela de la novia, en la SALVE A LA VIRGEN DE LA FUENSANTA:
“Divina flor de las flores/ corona de las estrellas/ lucero claro y divino/ luna clara y siempre llena. Sois Virgen de la Fuensanta/ aquella rosa primera/ que subió a gozar del Cielo/ sentada a la mano diestra.
LUZ Sagrada en el “Sí QUIERO” de los novios. LUZ de Unión en el tembloroso y emocionado acto de colocar los anillos. LUZ en el casto beso de los novios recién casados. LUZ en los rostros alegres de los esposos al disponerse a salir de la Iglesia y recibir la luminosa lluvia de arroz.


LUZ en la explanada y escalinata del luminoso atardecer sobre la fachada del Santuario. LUZ y sonrisas en las poses para las fotos y videos de los familiares y amigos de los esposos. LUZ en el esplendoroso vestido largo verde-hierba satinado de mi esposa Virginia y en el luminoso rubio de su dorado pelo. LUZ en la media sonrisa de Olaya mientras mi hermano Alfonso la cogía con sabiduría en sus brazos.
LUZ de las velas en el ajardinado Restaurante Estudio en donde se celebró el cocktail-cena y el baile. Luz en las camareras que elegantemente de negro servían las luminosas y cristalinas copas y viandas. LUZ en el rostro iluminado y eternamente sonriente del acordeonista búlgaro Tosho, mientras iba de mesa en mesa tocando y cantando. LUZ en el brillo plateado del traje y corbata del novio, y el inmaculado blanco de la novia mientras bailaban un vals.

LUZ en las siluetas de los novios que se reflejaban en la acequia del jardín del restaurante. Y, en fin, Luz de la Luna que, casi llena, sonreía cómplice a los recién casados en la límpida noche murciana.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Las exposiciones antológicas de Antonio López y James Castle, ejemplos respectivos de un gran pintor y de un gran artista.

En este pasado mes de agosto hemos acudido a dos grandes exposiciones antológicas: las de Antonio López y James Castle, que, en mi opinión, nos ejemplifican respectivamente lo que supone ser un gran pintor profesional pero un mediocre artista, en el caso del primero, y un pintor casi aficionado pero, sin embargo, un gran artista, en el caso del segundo.

“Una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades.”
Con estas palabras el pintor Antonio López García resume su particular modo de acercamiento al objeto a pintar. Sus cuadros se desarrollan a lo largo de varios años, décadas en ocasiones, con una plasmación lenta, meditada, destilando con cada pincelada la naturaleza del objeto o paisaje a representar, hasta que el pintor cree haber logrado plasmar la esencia del mismo en el lienzo. El pintor busca entre la realidad que le rodea aquellos aspectos cotidianos, que él recoge con un tratamiento pleno de detallismo, rozando, en ocasiones, lo fotográfico. Sus preferencias van desde las vistas de Madrid hasta los retratos de sus familiares, pasando por los lugares y objetos más cotidianos y cercanos, con una atmósfera que pretende ser mágica y ensoñada.

A lo largo de la mayor parte de su carrera pictórica, Antonio López ha desarrollado una obra independiente, en medio de un panorama artístico estructurado en base al informalismo y la abstracción. Y siempre ha mostrado la labor paciente de un gran pintor de oficio pero de escaso relieve artístico. Su obra nos produce casi siempre la sensación de falsa autenticidad y de escasa emoción. Aunque conozco personalmente a Antonio López (que me parece una gran persona y un artista muy honesto), su obra no es en mi sentir ni mucho menos superior artísticamente a las mejores propuestas del realismo y del expresionismo figurativo español contemporáneo (Zarco, Villaseñor, Toral, Barjola, Úrculo, Ramón Gaya, Carmen Laffon, Isabel Quintanilla, Amalia Avia, Guillermo Pérez Villalta, Francisco y Julio López Hernández, etc.). Tampoco parece artísticamente superior a las obras más relevantes de las tendencias realistas europeas más recientes ni a las mejores propuestas del hiperrealismo americano.




Pasemos ahora a la obra de un gran artista, sordomudo y analfabeto: James Castle (1899-1977).
Nacido en el estado de Idaho, James Castle vivió al margen del mundo del arte: su producción artística, concentrada en dibujos sobre papeles de reciclar, cajas y cartones de tetrabrik con lápiz grafito y hollín, construcciones de cartulinas coloreadas adheridas con cuerdas, y libros realizados a mano no poseen título, ni fecha, ni indicación que revele cronología alguna. La incógnita que supone esta técnica heterodoxa y la alteración de las herramientas de clasificación artística, queda subrayada por el hecho de que nunca concedió ninguna entrevista ni realizó comentario alguno que aclarara su obra.
La gran producción artística de Castle fue conservada gracias a su cuidadosa y obsesiva perseverancia, lo cual no deja de resultar extraño en un artista que nunca demostró especial querencia por el mundo del arte profesional. Su reconocimiento se produjo ya en los noventa de la mano de nociones como arte marginal, las cuales potenciaban lo biográfico por encima de las cualidades propias de su obra. Su personalidad, su sordera y el hecho de que fuera prácticamente analfabeto fueron factores importantes que intervinieron en la atención que generó como “supuesto” artista salvaje-naïve de mediados del siglo XX. Sin embargo, su obra refleja un especial interés intelectual y conceptual y nos muestra las grandes posibilidades artísticas de la representación visual contemporánea: su tendencia hacia la esencialización y el diseño compositivo de sus sencillos y esquemáticos dibujos de paisajes e interiores rurales y de granja, o de sus caras, la mágica dimensión de sus objetos tan cotidianos, y foráneos al mismo tiempo (camisas, chaquetas, trajes, maniquíes, carretillas), el interés por representar figuras casi infantilmente robóticas y aves expresivamente ingenuas a base de collages de cartulinas unidas con cuerdas, el diseño de tipografías diversas así como de fragmentos arquitectónicos como si se trataran de proyecciones del organismo humano revelan unas personales cualidades artísticas alternativas a la representación formal de la segunda mitad del siglo XX.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Un nuevo y magistral Hitchcock: “El perfecto anfitrión”, complejo y perfecto cóctel de locura, engaño, fingimiento y real irrealidad.


Estamos ante una joya del cine puro, de compleja intriga y perfecto ingenio, magistral propuesta neohitchcokiana, coctail perfecto de locura, engaño, fingimiento y real irrealidad con una mezcla de thriller y comedia negra que mantiene en su butaca al espectador durante su proyección.



Warwick Wilson vive en un barrio acomodado de Los Ángeles. Siempre ha presumido de ser un perfecto anfitrión, por lo que no es extraño ver en su casa a diferentes personalidades. Esta noche tiene un invitado con el que no contaba: John Taylor, un peligroso criminal que acaba de atracar un banco y que, para escapar de la policía, se hace pasar por un amigo de Julia, una amiga especial de Warwick.



Una vez dentro, Taylor intentará por todos los medios que Warwick no se entere de su condición de delincuente, pero a medida que las copas de vino se van llenando y que transcurre la velada, Taylor descubrirá que las apariencias engañan, y Warwick le envolverá en situaciones de lo más insólitas, saliendo a relucir la verdadera naturaleza de anfitrión e invitado.



"El perfecto anfitrión" es un oscuro y magistral thriller, complejo y perfectamente excéntrico, que manifiesta diversos aspectos de la naturaleza humana según la condición que se posea o la situación en la que uno se halle. Escrita y dirigida por el australiano Nick Tomnay, la película surge de un cortometraje llamado "The Host" que ya había creado con anterioridad el propio cineasta. Intriga, engaño, locura, fingimiento, giros ajedrecísticos, toques de humor negro y de real irrealidad para llevar a la gran pantalla una compleja historia de cine puro, con reminiscencias de Hitchcock, Mankiewicz y Losey y con moraleja de las bajezas humanas, mostrando un guión perfecto y calculado en el que no falta ni sobra nada y con extraordinarias interpretaciones de ambos protagonistas, David Hyde Pierce y Claine Crawford y de todos los secundarios. Obra maestra.

miércoles, 24 de agosto de 2011

LA CALMA VOLUPTUOSA DE CLAUDIO DE LORENA.








Ayer asistí en el Museo del Prado a la gran exposición de Roma. El paisaje ideal clásico con obras maestras, entre otros, de Anibale Carracci, Domenichino, Goffredo Wals, Nicolás Poussin y, sobre todo, de Claudio de Lorena. Pero quedé impresionado muy especialmente por la obra de ese gran artista que fue Claude Gelée, llamado Claudio de Lorena. Sus grandes cuadros verticales, bañados en luz de atardecer o amanecer producen una irresistible emoción. ¿En dónde reside esa extraña y extraordinaria emoción? En que sabe aunar como nadie sus figurillas en múltiples posturas en el paisaje y en que en su pintura se dan la mano el barroquismo dinámico con el neoclasicismo compositivo y sus paisajes se bañan en una misteriosa luz dorada de sol de amanecer o atardecer que preanuncia el romanticismo y el impresionismo. Como decía magistralmente Eugenio d’Ors, “se puede establecer genéticamente una cadena que une a Claudio de Lorena con Constable, con Turner y con los impresionistas”. Son en sus obras maestras, Moisés salvado de las aguas y sobre todo, El Arcángel Rafael y Tobías y el Embarque en el muelle de Ostia de Santa Paula Romana las que guardan un sutil temblor de emocionante romanticismo. Aquí no hay más que orden de vida, y panteística belleza, lujuriosa sencillez en las figuras pero calma, mucha calma aunque voluptuosa. Uno de los espectáculos más sublimes que a una retina sensible a la pintura le es dado contemplar. ¡Emocionante!

lunes, 22 de agosto de 2011

La eclosión de una gran actriz: Kristen WIIG, la reina actual de la comedia americana.


Kristen WIIG, la eclosión de una gran actriz:
Con la interpretación en dos estupendas, dinámicas y gamberras aunque intrascendentes comedias, Paul, el extraterrestre y, sobre todo, La boda de mi mejor amiga, hemos asistido a la eclosión - algo tardía porque la actriz ha cumplido ya los 38 años- de una gran intérprete de comedia: Kristen Wiig. Wiig es una de esas actrices de desparpajo cómico (al estilo de Goldie Hawn, Meg Ryan o Cameron Díaz) aunque en mi opinión, superior en naturalidad y expresividad a las tres citadas.
Kristen Carroll Wiig nació el 22 de agosto de 1973 en Canandaigua, Nueva York, Estados Unidos. Su rarísimo apellido es de origen noruego. Con tres añitos se mudó a Pensilvania, pero volvió a la Gran Manzana, a Rochester, donde se graduó en el instituto. Luego marchó a estudiar arte a la Universidad de Arizona, y un profesor, viendo su desparpajo, le recomendó que tomara clases de interpretación para conseguir sus créditos: había nacido una actriz. Pronto estuvo en el grupo de teatro improvisado The Grounlings, sito en Los Ángeles. Allí conoció a Annie Mumolo, con la que preparaba sketches, y que más tarde escribiría con ella el guión de la película que la ha catapultado a la fama, La boda de mi mejor amiga.
En 2006 se produjo el debut de Wiig en cine, un pequeño papel actoral en Lío embarazoso de Judd Apatow. La artista había entrado en la órbita de este comediante, y la fuerza no de su gravedad sino de su comicidad ya no la soltaría, y de hecho ha estado en otros títulos de la factoría Apatow como Dewey Cox: una vida larga y dura (2007) o Paso de ti (2008), con frecuencia en papeles fugaces.¿Ha estado Wiig en películas de géneros distintos de la comedia? Pues la verdad es que no. Hay algún trabajo en este campo que incorpora elementos dramáticos, como Adventureland (Gregg Mottola, 2009), que aunque incorpora gags en torno a la promiscuidad, trata de tener un toque romántico. Este director volvería a recurrir a Wiig en Paul (2011), comedia de extraterrestres donde la actriz es una tuerta fanática religiosa y mojigata que recobra la vista y luego en venganza de su anterior austeridad se desmadra un poco.
Pero sin duda la película más importante hasta la fecha en su carrera es La boda de mi mejor amiga (2011) donde repetía con Paul Feig, que la dirigió en ¡Peligro! Menores sueltos. Wiig ha demostrado una extraordinaria fuerza interpretativa para sostener actoralmente una película con protagonismo absoluto, y encima es corresponsable del guión. Tiene gracia y encanto natural, y un cierto aire de normalidad patoso que se gana las simpatías del público cinéfilo. Habrá que ver si logra mantener la gran altura interpretativa que ha alcanzado en La boda de mi mejor amiga, esperando que esta actriz pueda desarrollar toda la brillante carrera y futuro que le auguramos, Por el momento está ultimando la esperada Friends with Kids, donde le acompaña Megan Fox.

martes, 19 de julio de 2011

El realismo mistérico de Haruki MURAKAMI.



El realismo mistérico de los cuentos de MURAKAMI


Lo mistérico es aquello que se presenta como real aunque misterioso y que no se plantea o se pretende explicar. Las razones para esta negativa a explicar los detalles del comportamiento humano pueden ser variadas. Desde razones de defensa de la propia intimidad ante represalias de colectivos mayoritarios, o la protección de intereses personales, o la vivencia de pertenecer a una exclusiva forma de pensar o sentir, o simplemente la imposibilidad de explicar racionalmente esos datos relacionados con los seres humanos y su lógica del comportamiento.



Viene esto a colación al tratar de reflexionar - tras la lectura del libro de relatos Sauce ciego, mujer dormida del gran escritor japonés Haruki Murakami - sobre este extraordinario volumen de veinticuatro cuentos que ofrecen, condensadas y esencializadas, las mejores cualidades del escritor japonés, y son una muestra inmejorable de su dominio de la ligereza y, al mismo tiempo, de la gravedad de las situaciones y actitudes de sus protagonistas. Basta un detalle nimio o un golpe de azar para que algunos de los protagonistas de estas historias queden sumidos en una misteriosa melancolía, como si adivinaran en un gesto imprevisto el lado oscuro, misterioso, inexplicable o, tal vez, mágico, que esconden los comportamientos cotidianos. Porque no son cuentos naturalistas o realistas, ni simbólicos, ni propiamente oníricos o surrealistas, ni tampoco psicológicos o de crítica social, aunque no dejan de tener algo de todos esos aspectos que pueden contener los relatos de algunos de los otros grandes escritores contemporáneos que hemos podido leer (pienso en Kundera, en Cheever o en Carver, en Quim Monzó o, incluso, en Vicente Verdú).


El secretismo y exclusivismo de algunos de estas actitudes y comportamientos de los protagonistas de estos relatos de Murakami conllevan a una serie de situaciones y consecuencias que, teniendo su lógica interna y psicológica (de lo subconsciente), no dejan de parecernos extrañas y misteriosas (mistéricas) a los lectores de estas historias y, nos dejan un halo de trascendencia, de meta-lógica (de lo sobre-consciente) que nos pueden llevar a definir como “realismo mistérico” el estilo de este gran cuentista japonés. Y es ahí donde radica su inolvidable personalidad literaria que nos hechiza y subyuga.

domingo, 17 de julio de 2011

Cine Olvidado: LA INVITACIÓN, de Claude Goretta.



Al respecto de dos películas francesas recientemente estrenadas, la estupenda Pequeñas mentiras sin importancia de Guillaume Canet y la más discreta, aunque también magnífica, Cena de amigos de Daniéle Thompson, he recordado una extraordinaria película que creo vi con mis padres en su estreno en el desaparecido Cine Palace de Madrid y que nos causó a los tres un gran impacto. Se trata de La invitación del suizo Claude Goretta.



El argumento es sencillo pero enjundioso: Después de la muerte de su madre, Rémy, un empleado de seguros de mediana edad, gris y algo huraño y al que sólo le interesa la botánica (extraordinario en este papel Jean Luc Bideau), hereda una pequeña casita de campo rodeada por un jardín. La venta de esta casa lo convierte en una persona rica y decide comprar una casa más grande. Tras unos meses de descanso, celebra una fiesta al aire libre en su nuevo hogar y decide invitar a todos sus colegas de la oficina. Ayudados por el alcohol, los invitados pierden gradualmente todas sus inhibiciones a que su cargo profesional les obliga y revelan rasgos de su personalidad y sus frustraciones que siempre han mantenido ocultos. Finalmente la invitación degenera y acaba, tras un streaptease de una joven cursillista en periodo de prácticas, en pelea y cierta degradación moral.


A partir de un argumento muy desarrollado en cine y literatura (el del grupo encerrado en un marco espacio-temporal), Claude Goretta elabora un magistral discurso sobre la sociedad suiza y las venas sociológicas que corren bajo su piel (competitividad, envidias, recelos, represión, frustraciones,…). El resultado es una obra maestra, de fría racionalidad inteligente y de lento pero degustable discurrir para el “paladar de la mirada”, plagada de momentos de especial interés (centrados, especialmente, en la sugerente y ambigua figura del mayordomo de la fiesta, verdadero catalizador de las reacciones del grupo de invitados), invitados movidos por un magistral ejercicio de cámara del director, aparentemente aséptico y distante, pero certero y preciso en su radiografía psicológica.

viernes, 15 de julio de 2011

'CUANDO UN HOMBRE VUELVE A CASA', mágico-realista regreso del hijo pródigo.



Los grandes directores de cine son los que saben reflejar con un estilo y una estética personales las relaciones y los sentimientos humanos de carácter universal (el amor y la pulsión sexual, los celos, la infidelidad, las relaciones paterno-filiales, la nostalgia de nuestras raíces…), que todos experimentamos o experimentaremos alguna vez en nuestra vida, y expresadas de un modo realista y, al mismo tiempo, mágico, dualidad que es el secreto del arte. Y ése es el caso del gran director danés Thomas Vinterberg y de su última y extraordinaria película recién estrenada, 'Cuando un hombre vuelve a casa'.

En ella nos narra como una pequeña ciudad de provincias se prepara para la llegada del hijo predilecto, un famoso cantante de ópera Hans Christian Schmidt (Thomas Bo Larsen), con su mujer y toda su “troupe” de acompañantes”, cantante que ha estado mucho tiempo ausente y que vuelve a la pequeña ciudad que le vio nacer. La importante visita revolucionará la vida de todos sus habitantes, especialmente la de Sebastian (Oliver Möller Knauer), un ayudante de cocina que en ese momento se encuentra en una crisis amorosa.

Cuando un hombre vuelve a casa es el intento de regreso al punto de partida de la carrera de Thomas Vinterberg: olvidar la trascendencia (y la pedantería) de los experimentos de Lars von Trier y del post- Dogma, para abrazar de nuevo la sencillez expositiva, aunque expresiva, que caracterizaban formalmente al movimiento Dogma en sus orígenes. Aunque el núcleo del relato se asiente en una estructura cercana al folletín, la forma de filmar, procedente precisamente del estilo Dogma, con la cámara al hombro, acaba consiguiendo crear un producto personal que nos habla de la eterna preocupación en la filmografía de este director: la familia como catalizador para integrar (o desintegrar) al individuo y convertirlo, según las circunstancias, en un alma cándida y buena o en una escoria o piltrafa humana. El encanto de Cuando un hombre vuelve a casa es el contraste entre lo completamente puro, juvenil e inocente, representado por el encantador Sebastian, y el "polanskiniano" cantante de ópera, Hans Christian Schmidt , ser humano corrupto, vividor y en el fondo, fracasado, pese a su fama.

Esta comedia dramática está contada con un estilo mágico-realista, muy luminoso y vital, y con elementos simbólicos (la gran piel del oso cazado, las campanas de la torre de la iglesia, las alfombras que sacude la sensual María (estupenda interpretación de Ronja Mannov Olesen)) e impregnándola de mucho humanismo, con momentos de cierta tensión dramática pero salpicados de personajes cargados de humor como el cocinero-jefe (breve pero muy divertido papel del gran actor sueco Shanti Roney) y su equipo, o el del organizador de la recepción al cantante que despide a todo el mundo, y narrada con mucha poesía y con un tono final optimista y reconciliador. Una obra de arte.

jueves, 30 de junio de 2011

VERSALLES, hermoso canto de los desfavorecidos frente a la opulencia versallesca con una estética muy francesa a lo Corot.




Versalles es una hermosa película, dirigida por Pierre Schöller, que, aunque en su mensaje quiere hablarnos de los contrastes entre la opulencia aristocrática del versallesco palacio frente a la pobreza e indigencia de los desfavorecidos, es en su quietud paisajística, en sus árboles, en su bosque con figuras con una bella estética y colorido a lo Corot, un canto artístico más que sociológico en el que los protagonistas van y vienen ajenos a pasados de esplendor.


La historia transcurre en Versalles y París y presenta a Nina y Enzo (conmovedora interpretación de Baissette de Malglaive), una joven madre sin empleo ni familia y su pequeño hijo, con quien duerme en las calles de la capital gala. Caminando sin rumbo ambos llegan hasta Versalles. Allí, en el bosque que rodea al famoso palacio, vive Damien (Depardieu), un hombre que reside en una precaria cabaña alejada de todo. Nina seduce a Damien y pasan la noche juntos. Cuando el sujeto se despierta, descubre que Nina se ha marchado, dejando abandonado a Enzo. Poco a poco, mientras comparten la indigencia, Damien y el niño comienzan a construir un vínculo muy fuerte, como si fueran familia biológica.
Esta película no es una crónica palaciega de usos, costumbres, galanterías y sociología pero sí una encuesta social alrededor de los abismos que este nuevo milenio ha vuelto a abrir entre los favorecidos y los desfavorecidos. La opulencia y la miseria se dan la mano en un trabajo pretendidamente desprovisto de sentimentalismo y acaso excesivamente sobrio que en su tramo central trata de erigirse en alegato social sobre el capitalismo (esa lucha por ser alguien en una sociedad productiva, con todas las contradicciones al respecto presentes) y sobre sus periferias. Dentro de esta dualidad, Versalles pese a ser algo elemental en su descripción de lo que hay más allá de lo aristocrático, lo cierto es que la entrada de la madre y su hijo, ambos vagabundos y parias de la sociedad del bienestar, en la mansión, vida y el mundo cerrado del personaje de Guillaume Depardieu, dota a la película de unos hermosos instantes de una fuerza melodramática incontestable. Aquí el realizador no se deja llevar tanto por las elipsis y sí por la mirada cálida, humana y revolucionaria, por un paisaje interior donde las sombras y las luces, las mismas de esa esplendorosa y corotiana Versalles, acaban conmoviendo. Hermosa película francesa imprescindible para los amantes de la pintura de Corot. .

Juan d’Ors canta la más bella canción sobre la soledad que escuchar se pueda…

Georges Moustaki , como todos sabemos, es un extraordinario cantante y compositor, de raíces griegas porque nació en la Alejandría de Egipto, de lengua materna italiana pero establecido en Francia, que asumirá su identidad mediterránea, sintiéndose en casa en todos los países que envuelven este mar, y a todos los otros adonde ha exportado y llevado su estilo y sus formas musicales. En esta versión de su canción “MA SOLITUDE” ofrecida por Juan d’Ors en su extraordinario Concierto-recital “TIEMPOS” en la madrileña “Casa de Vacas”, el cantante eleva la canción de Moustaki a las más altas cotas de belleza musical, recogiendo no sólo todo el sentir y respirar del cabaret, de los aprés-spectacle, de los restaurants de noche, del ambiente del París al alba, de las terrazas de Montparnasse, y la bohemia de Montmartre, de la magia del canal de Saint Martin, ya contenidos en la bella canción solitaria de Moustaki, recogiendo asimismo la belleza y utopía interpretativa aprendida de la tradición francesa de Brassens, Montand, Greco o Carla Bruni, sino que lo impregna de un emotivo romanticismo y lirismo de aires mahlerianos y schubertianos, acentuados y punteados por la magia de los acordes del violín y la imagen glamourosa de Diana Valencia de irresistible belleza. Y quedan en mi oído para siempre las dulces melodías y los emocionados versos de la más bella versión cantada sobre la soledad que pueda escucharse:
“Pour avoir si souvent dormi ……………………… Por haber dormido tan a menudo
avec ma solitude ……………………………….…….. con mi soledad
je m´en suis fait presqu´une amie ………………se me ha hecho casi una amiga,
une douce habitude …………………………….…….una dulce costumbre,
elle ne me quitte pas d´un pas ……………………. ella no me deja ni un paso,
fidèle comme une ombre …………………………. fiel como una sombra
…Non, je ne suis jamais seul ……………………….. No, jamás estoy solo
avec ma solitude……………………………………con mi soledad. “






martes, 28 de junio de 2011

SIJÉ EN VENECIA. (Texto literario sobre el cuadro).



VENECIA. En el estudio del pintor Rambaud-Valady.


Está anocheciendo.

Octavio de Roméu y Fo caminan en círculo por el estudio de Rambaud Valady. Los otros amigos están bebiendo una birra en unos vasos que hay sobre una banqueta colocada como mesa improvisada. Fo descubre, detrás de un paisaje, un retrato al óleo de una joven desnuda apoyada en una columna que parece Sijé con las góndolas de Venecia detrás.
FO (sorprendido por su descubrimiento): -Mira, Octavio. Es nuestra Sijé en Venecia o al menos se parece mucho a ella.
OCTAVIO DE ROMÉU (coge el lienzo y lo mira con detenimiento):
-Ciertamente, Fo. Es Sijé, la sirenita de la vacación.
Los otros tres hombres y el pintor se acercan a Octavio y Fo, y contemplan el lienzo que sostiene Octavio. Todos forman un círculo en torno al lienzo.
RAMBAUD-VALADY (coge el lienzo, quita del caballete el que estaba pintando y coloca el Retrato de Sijé): -Es una bella muchacha que desde hace varios veranos viene siempre en agosto aquí, a Venecia, a mi estudio para que la retrate. Posa unos días y, luego, desaparece. Pero debe de estar todavía en la ciudad.
AGENOR (se acerca a observar la pintura más detenidamente): -Es una bella pintura. Y el parecido es asombroso.
RAMBAUD-VALADY (con satisfacción y orgullo): -Gracias, joven. Pero esta muchacha es tan enigmática que es muy difícil apresar su alma.
AGENOR (entusiasmado): -¿Y me vendería usted esta pintura?
RAMBAUD-VALADY: -Ce n’est pas possible. Esta muchacha es una especie de musa para mí. Además le he prometido que nunca venderé ninguno de los retratos que le hago todos los veranos. Cuando termina el verano, los llevo a una especie de cámara secreta donde tengo mis obras más queridas.
AGENOR (apesadumbrado): -Claro, entiendo… No podemos llevarnos su imagen, sólo su recuerdo…

Y se dirige a la ventana donde ya ha anochecido completamente y se divisan las aguas venecianas, las luces de San Giorgio Maggiore y un cielo cubierto de estrellas.

lunes, 20 de junio de 2011

CINE Y ESPIRITUALIDAD RELIGIOSA: A propósito de la Revisión de "LA MISIÓN", 1986, de Roland Joffe.










CINE Y ESPIRITUALIDAD RELIGIOSA:
A propósito de la película “LA MISIÓN”.

El pasado domingo, día 19 de junio, vi de nuevo con un grupo de amigos teólogos y poetas peruanos la gran película “LA MISIÓN” que ya me había impresionado mucho en su estreno. Han pasado muchos años desde su estreno (en 1986), pero esta película de Roland Joffe, sigue siendo un buen instrumento para meditar sobre religiosidad y espiritualidad.
Incluso analizar esta película como recurso didáctico para nuestra vida puede ser eficaz, sobre todo a través de alguna de las escenas más brillantes del film, como el diálogo en la cárcel entre Rodrigo (Robert de Niro) y el P. Gabriel (Jeremy Irons). Este vibrante diálogo, la penitencia que se auto-impone Rodrigo en forma de ascensión de las cataratas y el camino hasta que se siente liberado de su pecado, representa un excelente medio para profundizar en temas como el arrepentimiento, la penitencia o el perdón, propios de nuestro tiempo.


La película "La Misión" constituye un bellísimo canto a la Caridad en medio de la sublime Naturaleza.
Señalemos lo que la película nos muestra y nos transmite.
En la pantalla vemos las misiones jesuíticas del Paraguay durante los siglos XVI-XVIII. Primero, el esplendor en la promoción indígena, y después, la caída -con vuelta de los indígenas a la esclavitud-, tras el paso de los territorios a Portugal en 1750. Hermosa y conmovedora película. Los hechos mostrados en la película ocurrieron realmente, en 1756, en la frontera entre Paraguay y Brasil. Junto a las cataratas de Iguazú, los ejércitos español y portugués asesinaron indiscriminadamente a 1.400 indígenas.
La Iglesia, acostumbrada como estaba a disfrutar, sin oposición, de su vasto dominio durante los siglos predecesores, estaba sintiendo cómo su poder disminuía y su posición empezaba a lucir más frágil ante las monarquías, entre muchas razones, por el cambio de pensamiento que, aproximadamente en esa época histórica, ocurrió en la sociedad europea. Tal cambio consistió, en dejar de considerar a la religión como el "ombligo del mundo".
Por lo tanto, la Casa de Dios en la Tierra estaba expuesta a una mayor desventaja a la hora de disputar por poder. De esta manera, las Coronas europeas podían ejercer mayor presión para lograr sus avariciosos objetivos, y La Iglesia, para mantenerse a flote, no le quedó otra alternativa que acceder a las imposiciones imperiales a merced de su propia desmoralización. Una de esas exigencias, consistía en prescindir de las misiones que los frailes habían logrado con titánico esfuerzo en tierras del Iguazú –no sin alegar que existían abundantes quejas de aquellos, por obstaculizar y no colaborar con la causa del Rey–. Esto significaba, para los misioneros, destruir años de "evolución" y dedicación en la "recuperación" de las almas indígenas; significaba demoler un imperio de esperanzas –incluyendo la de los indios–, de amor, de ilusión, que con tanto trabajo había sido construido, cosa que no estaban dispuestos a aceptar dócilmente. Por otra parte, para La Iglesia, al permitir tal acción significaba no perder su estatus, no perder su poder.

Por ello, una de las razones por las que los conquistadores realizaron estas acciones fue porque al ver que los jesuitas estaban cristianizando a los nativos, y de alguna manera, sacándolos del estado salvaje en que vivían, sintieron amenazado el éxito de sus acciones, ya que al estar organizados los indígenas hubiera sido más difícil someterlos.
La confianza que los jesuitas sembraron en los guaraníes fue la base para lograr construir las Misiones en América del Sur. Pero como muchas veces ha sucedido, las buenas obras son destrozadas por afectar los intereses de los económicamente más desarrollados.

En esta película se muestran claros ejemplos de la libertad que como seres humanos tenemos. Los nativos no fueron obligados a seguir a los religiosos, fueron ellos por su voluntad y libertad quienes decidieron contribuir en la construcción de la reducción de San Carlos, guiados por el Padre Gabriel, quien con su fe logró desde la simpatía de los guaraníes hasta el arrepentimiento de Mendoza, tratante de esclavos, quien luego de matar en un duelo a su hermano decide seguir a los jesuitas y, después de pagar por su crimen, unirse a la hermandad. El arrepentimiento también es una forma de demostrar la libertad de conciencia.
¿Cuál es el mensaje religioso y espiritual de la película?
La película comienza cuando la caridad del crucificado es arrojada al maligno torrente del agua, a las mil voces estruendosas del agua del mal. En toda la historia del cine, nunca se había filmado de manera tan impresionante y fascinante la potente caída del agua, las cataratas, el estruendo tremendo de su fuerza. La Naturaleza se convierte aquí en terrible ópera triunfal.

Pero la Cultura vence a la Natura: la música del jesuita Gabriel calma al salvaje. Y el otro hombre (el capitán mercenario de esclavos Rodrigo de Mendoza) lucha noble y esforzadamente, de manera casi angustiosa, con su penitencia, arrastrando hasta la extenuación su pesada carga. Y llora abiertamente, histéricamente, ante el triunfo de su esfuerzo. Y los dos hombres (el jesuita Gabriel y el capitán Rodrigo) se funden en un abrazo; el abrazo de la Misión de la Fe. Vence el noble esfuerzo del arrepentimiento del hombre para purgar su crimen y su pecado.

He aquí que podemos ver cómo la fuerza es “esfuerzo”:


Noble es el que se exige
y Hombre tan sólo aquél
que cada día renueva su es-fuerzo.

Y el milagro de la inteligencia y de la voluntad del hombre construyen la Misión de San Carlos, la Misión de la Fe. Fe en Dios, pero también fe en la vida y en el hombre.

Pero si la Naturaleza es terrible, más terrible es la maldad del hombre; maldad que destruye la Obra Misional. La Obediencia siempre ha de tener razón: por encima de la Verdad, del Bien, y de la Justicia. Y llega la destrucción.

Pero la matanza, el fuego destructor y la muerte no pueden vencer a la Cruz, a la Vida Eterna. Y ya no hubo en la tierra selvática, que ya empezaba a volverse humo, ningún muerto más: un cielo nuevo y unos árboles nuevos abren la puerta a una luz, la luz de la Esperanza. Vuelven a aflorar la música (el violín que flota en el agua) y la inocencia del niño. Y ya no volvió a caer más lluvia porque el cielo era nuevo y la selva también.

Y fueron vistos los muertos delante de Dios y fueron juzgados según sus obras. La película acaba, pero no tiene fin. Y no tiene fin porque “los gloriosos muertos siempre serán los vivos.”

ETERNAMENTE.