jueves, 13 de octubre de 2011

Creatividad e Imaginación creadora de un genial actor de teatro: QUIQUE FERNÁNDEZ.


Es la creatividad un don divino por excelencia de cualquier actividad artística. Los buenos actores de teatro se dividen en grandes profesionales y grandes creativos. Son éstos los que nos hacen conmover y que se produzca en nosotros esa catarsis sensitiva. Su imaginación hace que puedan hacernos ver lo que los ojos no perciben en el escenario, escuchar lo que los oídos no oyen y experimentar lo que el corazón del personaje y del actor en el momento de interpretar siente.

Solamente el gran actor quisiera que el escenario fuera tan estrecho como la cuerda de un equilibrista a fin de que nadie ose pisarlo, porque ése es su espacio, del que es dueño y sólo a través de su interpretación nos lo hará pisar y traspasar.

El yo del actor creativo sabe que todo es una fantasía, que los estímulos son imaginarios, que el texto es creado por él en el momento de interpretarlo. Observar con atención los sucesos que ocurren a nuestro alrededor y poder apreciar hasta en las cosas más pequeñas los placeres y sinsabores del vivir cotidiano hace que la observación sea uno de los elementos más importantes para el actor creativo. Es esa capacidad del actor creativo para sentir emociones y comunicárnoslas en el escenario y para hacer vibrar nuestras fibras sensibles lo que hace que, al ser activadas, despierten en nosotros nuestros sentimientos más profundos que se encuentran en el alma. Este conjunto de sentimientos (como el amor, la frustración, el odio, etc.) serán la materia prima del actor para dar vida a sus personajes.Y eso es lo que pudimos disfrutar ayer noche, día 12 de octubre, en la Sala Mirto de Madrid gracias a la magia de ese genial actor creativo argentino que es Quique Fernández y su emblemática y conmovedora obra propia del drama de un boxeador “El guante y la piedra”: Un único actor, un cubo de agua y unos metros de parquet en donde se mueve, boxea, baila el tango y hasta se enamora de Justine, una despampanante francesa. Eso es el TEATRO, con mayúsculas.

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