miércoles, 19 de junio de 2013

GIACOMETTI: ESCULTURAS PARA DESPUÉS DE LA MUERTE. (A mi hermana Esperanza, gran escultora)

Siempre he pensado que la escultura es fundamentalmente el arte de las formas, de los volúmenes llenos donde late el corazón espiritual y trascendente del ser humano (Donatello, Miguel Ángel, Alonso Berruguete, Bernini, Thorwaldsen, y Rodin pueden ser buenos exponentes de ello). Esta línea la han seguido en el arte contemporáneo casi todos los italianos (Marino Marini, Giacomo Manzú, Grecco, Arturo Martini, o Francesco Messina, fundamentalmente); Maillol, Kolbe, Gustav Vigeland, Carl Miles, Lehmbruck, Barlach, Permecke, Brancusi, Henry Moore, Hans Arp o Anthony Gormley; o, en España, Clará, Manolo Hugué, Cristino Mallo, Baltasar Lobo, o Esperanza d'Ors) ). Pero el arte contemporáneo introdujo además los huecos,  (Gargallo, Julio González, Zadkine, Lipton), los vacíos (Chillida, Oteiza, Max Bill), las estructuras arquitectónicas (Anthony Caro, Sol LeWitt o Robert Morris) y los espacios en donde se insertan las formas o las figuras o las propias estructuras arquitectónicas (Tony Cragg, Bill Woodrow o Bruce Naumann). También el movimiento mediante el arte cinético (Calder, Tinguely o Moholy Nagy), los efectos ópticos (Cruz Díez, Lippold o Soto), y la luz y lo lumínico (Dan Flavin, Joseph Kosuth o Keith Sonnier) . Lo de las instalaciones ya es otra cosa: es escenografía; o, en todo caso,  cinematografía.

GIACOMETTI es un escultor muy inclasificable. Desde luego es un gran artista en búsqueda obsesiva de lo que hay después de la muerte. En un video de la instalación de su interesante exposición actual en la Fundación MAPFRE de Madrid -(recuerdo una impresionante y espectacular en el Museo Reina Sofía de Madrid, comisariada por Kosme de Barañano, en los primeros años 90, en la época en que yo era Conservador de Dibujo de este museo)- se decía que había pasado un año observando una calavera. Desde luego, sus figuras (pequeñas, grandes o minúsculas, del tamaño de un fósforo) dan la impresión de alargados filamentos descompuestos o calcinados. Son figuras que no nos miran sino que vienen desde el más allá y desde el más allá nos ven.  No se relacionan entre sí, ni se abrazan, ni se tocan, ni se dan la mano, sólo se yerguen, solitarias, como fetiches, momias o espectros macabros o zombies descompuestos. o calcinados Interesante propuesta de un gran artista, aunque, tal vez, "al ser una escultura para después de la vida", nos produzca una emoción de "postmortem" (especie de zombies arrugados y calcinados que se levantaran de sus tumbas, y, una vez en pie, permanecieran quietos o se echaran a andar.  
Quizá su obra maestra, la que más nos queda e impresiona, sea ese Hombre caminando , ante el cual mi hijo Yago Vasil comentó con guasa:
"¿Pero dónde cree que va este hombre?"
 

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