
Góndolas de soledad
Desde el vaporetto veneciano, 
se desveló y destapó mi tristeza,
arribando en mí, al partir,
 la atonía y el vacío.
Sólo escuché el silencio de nuingún eco, 
y no pude conjurar mis lágrimas, 
que, lentamente, 
fluían desde mis pupilas hasta mis mejillas. 
Sólo pude y supe fabular la ausencia, 
dibujando y pintando 
góndolas de soledad. 
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